Como familia, estamos llamados a tener conciencia tranquila delante del Señor |
2. Meditación familiar:
Por Charles
Stanley con aportes de Fernando
Alexis Jiménez
Se lo preguntó varias veces: ¿Qué debo hacer?. El interrogante tomó forma antes de ir al baño
para afeitarse, durante el desayuno, mientras conducía hacia la oficina, y
finalmente en el intermedio de la mañana para tomar un café.
Finalmente decidió negarse a participar en el fraude
que venían preparando desde el Departamento de Contabilidad. “Mis principios de fe me lo impiden”, le
dijo a la persona que le propuso el negocio fraudulento.
Por supuesto, enfrentó el enojo del empleado, pero
pudo regresar a casa tranquilo, con la conciencia limpia. Tenía paz en su mundo
interior. Había obrado como se espera en un buen cristiano, con honestidad.
Le invito a considerar lo que enseña el reverendo,
Charles Stanley: “Cuando usted enfrenta decisiones difíciles, ¿le presta
atención a su conciencia?
Dios nos ha dado a todos una “brújula moral”. De hecho, reflejar su verdad en el interior de cada
persona, es una manera que Él tiene de revelarse a sí mismo a la humanidad. La
conciencia es una alarma que nos alerta en cuanto al peligro o las
consecuencias que se aproximan. Su propósito principal es dar protección y
guía.
Pero el pecado pervierte la conciencia. Por tanto, es
importante entender la diferencia que hay entre seguir a nuestro corazón, y
dejar que una conciencia limpia nos ayude a tomar decisiones.
Si el criterio del mundo ha infiltrado su corazón,
entonces usted no puede confiar en su conciencia. Pero si ha permitido que la
Palabra de Dios transforme su mente, como enseña la Biblia: “No imiten las conductas ni
las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en
personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a
conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y
perfecta.”(Romanos 12:2. Nueva Traducción Viviente). Su voz interior será confiable.
El Espíritu Santo, junto con una conciencia iluminada
divinamente, guía a los creyentes. Para mantener una brújula interna, debemos
meditar constantemente en las Sagradas Escrituras. Los Diez Mandamientos son
una base sólida en cuanto a la moralidad, y somos sabios cuando los
internalizamos, especialmente de la manera que el Señor Jesús los resumió: amar
a Dios por sobre todas cosas, y amar a los demás (Mateo 22.36-40).
¿Qué diría usted que impacta más sus convicciones? ¿La
verdad de la Biblia, o los parámetros del mundo? El Dios todopoderoso sabe que
lo mejor para usted es su hijo Jesucristo; Él le dio una conciencia para
ayudarle a tomar decisiones sabias.
3. Oración familiar:
“Amado Padre celestial,
gracias por guiar a nuestra familia en el camino apropiado. Hoy sometemos
nuestros planes y proyectos en tus manos, para que podamos obrar justamente.
Como familia, deseamos ser honestos, transparentes y comprometidos con nuestra
fe, en todo lo que hagamos: en el trabajo, en la escuela y en la relación que
tenemos todos los integrantes del hogar. Quedamos en tus manos hoy. Amén”
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