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¿Somos una familia obediente a Dios?


¿Somos una familia obediente a Dios? Hoy es dìa para evaluarnos



1. Lectura Bíblica: HECHOS 5.29-32

2. Meditación familiar:

Por Charles Stanley con aportes de Fernando Alexis Jiménez
D
ecir que le gustaba dejar de mentir, no era asunto fácil. Y Raúl lo aceptaba. Mentía por todo, de tal manera que al decir: “Estoy despierto”, se pellizcaba por si quizá fuera mentira.
Por eso resulta comprensible que, cuando comenzó a ir a la Iglesia, descubrió en la Biblia que no debía mentir. No estaba obligado con un revólver en la espalda, lo debía hacer por obediencia. Y esa palabra sí que le costó trabajo. Estaba acoastumbrado a hacer las cosas a su manera, y obedecer, le pareció complicado al principio, sobre todo, por que o decía la Palabra de Dios.
Porbablemente usted ha vivido esa situación. Todos la hemos vivido. Obedecer nos cuesta trabajo.
Le invito para que consideremos, al respecto, las palabras del reverendo Chares Stanley:  Obediencia se define como subordinación al plan; conformidad con la norma; cumplimiento de las reglas; y sumisión a la voluntad de otro. La obediencia es lo primordial en la vida cristiana. Por ello, antes de tomar cualquier decisión, debemos saber lo que dice la Biblia en cuanto al asunto, qué acción quiere Dios que tomemos, qué actitud nuestra le agrada, y qué pasos hay que dar.
Obedecer significa hacer lo que Dios dice, en el tiempo y de la manera que dice que lo hagamos.
Una buena ilustración la encontramos en Hechos 5:29-32 cuando los discípulos son impedidos para predicar la Palabra de Dios. Su respuesta fue contundente: “Pero Pedro y los apóstoles respondieron:—Nosotros tenemos que obedecer a Dios antes que a cualquier autoridad humana.” (Hechos 5:29. Nueva Traducción Viviente)
Tenemos, entonces, que conocer sus instrucciones, porque no podemos cumplir con algo que no sabemos. El Espíritu Santo nos ayuda a relacionar nuestra situación con las instrucciones divinas, y a decidir cuál es la forma de proceder más prudente.
Sin embargo, una vez que decidimos obedecer y transitar por ese camino, podemos esperar oposición del enemigo. Éste puede utilizar las distracciones para desviar nuestra atención o tentarnos para debilitarnos poco a poco por medio de pequeños pasos de desobediencia. Pero, aunque Satanás quiere que desobedezcamos, podemos resistirlo renovando nuestra resolución de obedecer al Padre, así como lo hacía Jesús.
Una obediencia como la de Cristo requiere el conocimiento de la Palabra (Mt 4.1-10), una acción obediente, y la determinación y la disposición de sufrir todas las consecuencias que se deriven de nuestra sujeción.
Cada vez que usted es tentado a desobedecer al Señor, su fidelidad y su lealtad a Cristo están en juego. Hágase estas preguntas: ¿Está aumentando mi comprensión de la Biblia? ¿Qué tan decidido estoy a obedecer al Señor?”
3. Oración familiar:
“Amado Dios y Padre celestial: reconocemos delante de tu presencia que obedecer lo que nos enseña el libro de las familias triunfadoras, que es la Biblia, nos resulta complicado; y resulta complicado porque estamos acostumbrados a hacer las cosas como nos parecen bien. Te pedimos que, por tu amor y misericordia, nos enseñes a ser obedientes a Tú Palabra, y decir nuestra vida a partir de lo que allí aprendemos diariamente. Quédate con nosotros hoy. Amén”

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