Estamos llamados a la victoria con ayuda de Dios |
1. Lectura
Bíblica: 1 Reyes
19:15-18; Salmo 23:3
2. Meditación
familiar:
El joven que tenía
enfrente se había intentado quitar la vida dos veces. No llegaba a los treinta
años pero creía que no había mayores expectativas para su vida. “Deseo morirme”, le dijo a su esposa. Y
cumplió la amenaza. Afortunadamente el veneno no fue tan eficaz.
Lo sorprendente es que
era cristiano. Líder en su congregación. Estaba al frente del grupo más
dinámico y creciente de jóvenes.
Y en enemigo espiritual
sacó ventaja. Le vendió ideas de derrota. Y la frustración llegó a convertirse
en un poderoso gigante.
Por eso fue necesario
que a la luz de la Biblia, miráramos la historia de uno de los hombres más
famosos del pueblo judío: el profeta Elías. Él también deseo morirse. Estaba
desencantado de la vida y cuando creyó que había llegado al final del camino,
Dios no solo le mostró que cuidaba de él, que siempre estaba a su lado, sino
que además le llevó—después de superar la crisis—a un nuevo nivel espiritual, y
a una dimensión insospechada en su ministerio terrenal.
Le invito para que
vayamos a las páginas de las Escrituras… Elías era un buen siervo en el Reino
de Dios. Y Dios no desecha a los buenos siervos. No lo desechará a usted, a
pesar de que haya fallado. Él conoce su corazón. Sabe lo que hay en lo más
íntimo de su ser. Y, a pesar de ser indigno de servirle, le llama cumplir
nuevas misiones, como hizo con Elías después que se le reveló a Él en el Monte
Sinaí. Recuerde que en un primer momento Elías renunció a todo y quería
renunciar a todo, pero Dios deseaba tratar con él, como ocurre con usted y
conmigo.
“Entonces
el Señor le dijo:—Regresa por el mismo camino que viniste
y sigue hasta el desierto de Damasco. Cuando llegues allí, unge a Hazael para
que sea rey de Aram. Después unge a Jehú, nieto de Nimsi, para que sea
rey de Israel; y unge a Eliseo, hijo de Safat, de la tierra de Abel-mehola,
para que tome tu lugar como mi profeta.¡A cualquiera que escape de Hazael, Jehú
lo matará; y a los que escapen de Jehú, Eliseo los matará! Sin embargo,
preservaré a otros siete mil en Israel, ¡quienes nunca se han inclinado ante
Baal ni lo han besado!”(1 Reyes 19:15-18. Nueva Traducción Viviente)
Piense por un instante,
al leer este pasaje, que Dios después del trato personal con Elías, le llevó a
cumplir nuevas y más grandes misiones, pero más aún: le llevó a ungir a su
sucesor, Eliseo. ¿Por qué? Porque había llegado la hora de la graduación, y
carros de fuego estaban preparados para llevar al profeta a la eternidad (Cf. 2
Reyes 2:11, 12).
Probablemente siente que
ya no puede seguir adelante. Considera que las fuerzas le abandonaron. ¿Siente
que todos le abandonaron?¿Acaso piensa que Dios no escucha sus oraciones?
Le invito a considerar
lo que nos enseña el salmista David: “Él renueva mis fuerzas. Me guía por sendas correctas, y
así da honra a su nombre.”(Salmo 23:3. NTV)
Si esos pensamientos le
han asaltado, hoy es el día de volver a mirada al Señor y pedirle ayuda en
medio de la crisis. Puedo asegurarle que, además de no estar solo, el amado
Padre celestial vendrá en su ayuda, le revelará Su presencia y le llevará a
nuevos niveles. Él es un Dios de poder que está a nuestro lado, nos fortalece y
nos lleva a nuevos niveles, siempre.
Su jornada no ha
terminado. Todavía hay mucho por hacer. Y Dios quiere que usted asuma ese papel
protagónico en la extensión del Reino. ¡Levántese! Salga de la cueva. No
permita que la crisis le asalte sin que usted haya orado, porque caerá en
derrota. ¡Dios desea ayudarle!
A propósito de Dios, ¿ya
le abrió las puertas de su corazón a Jesucristo? Hoy es el día para que lo haga
porque prendidos de la mano del Señor Jesús emprendemos el maravilloso camino
hacia el crecimiento personal y espiritual que tanto hemos anhelado. ¡Hoy es el
día para emprender una nueva vida!
3. Oración familiar:
“Amado
Padre celestial reconocemos que muchas veces no valoramos todo lo que nos has
provisto. A veces, amado Dios, somos inconformes y nos andamos quejando. Hoy
como familia deseamos pedirte perdón, y que nos enseñes a valorar cada una de
tus bendiciones para nosotros. Gracias por estar con nosotros siempre. Amén”
©
Fernando Alexis Jiménez
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