Dios nos ayuda en medio de la adversidad |
2. Meditación familiar:
Cuando
surgen las dificultades, ¿cómo puede usted estar seguro de que está
respondiendo de la manera que agrada al Señor? Aquí tiene un acróstico de la
palabra adversidad, que le dice los pasos que debe seguir:
Acepte
los acontecimientos de su vida como parte de la preparación de Dios.
Decida seguir el modo como Jesús respondía a las pruebas.
Virar a la derecha o a la izquierda no ayudará en nada, sino mantenerse en el camino de la obediencia.
Decida seguir el modo como Jesús respondía a las pruebas.
Virar a la derecha o a la izquierda no ayudará en nada, sino mantenerse en el camino de la obediencia.
Espere que el Espíritu Santo le ayude a crecer por medio de las dificultades.
Recuerde cómo el Señor le ha ayudado en el pasado.
Su rostro debe ser como un pedernal (Isaías 50.7) para soportar las pruebas sin desfallecer.
Invierta más tiempo con Dios.
Deposite su confianza en el Señor, especialmente cuando no entienda.
Anhele estar listo para el regreso de nuestro Salvador.
Dedique tiempo para orar.
La
adversidad, o bien nos fortalece, o bien nos debilita. Algunas personas
endurecen su corazón y se rebelan contra Dios en tiempos de adversidad, pero
las que saben cómo responder son ablandadas por los problemas, y quebrantadas.
Cuando viene del Señor, el quebrantamiento es algo positivo que nos prepara,
equipa, energiza y fortalece como hijos del Rey. Llegaremos a conocer la
comunión de los sufrimientos de Jesús y proclamar como Pablo: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en
nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Corintios 4.17).
Cuando
nuestra fe vacila
La Biblia nos alerta en
contra de una fe vacilante. Esta es la actitud de alguien que pasa de sentirse
seguro de que Dios responderá una oración, a la simple esperanza de que pudiera
ser que lo haga (o llegar al convencimiento de que no lo hará). Por supuesto,
como somos humanos, todos experimentamos períodos de duda. Pero lo que la
Biblia nos advierte es que no tengamos un estilo de vida de vacilación
espiritual.
La vacilación puede tener
muchas causas. Por ejemplo, no ver actuando al Señor en una situación. O
sentirse intranquilo pensando que confiar en Jesús va en contra del
razonamiento humano. O enfocarse en las circunstancias en vez de Dios.
Una persona que es “…arrastrada por el viento” (Santiago 1.6) puede
perder la confianza en el Señor y descubrir que su crecimiento espiritual se ha
atrofiado. Tal creyente puede convertirse en alguien de “…doble
ánimo” (v. 8), porque
mientras ora tiende a adelantarse al tiempo del Señor para manipular una
situación y lograr el resultado deseado. Si un cristiano presta atención a sus
dudas de esta manera, por lo regular tomará decisiones equivocadas. Y luego,
después de todas las maniobras, terminará cada vez más insatisfecho con los
resultados y sin paz. Y lo que es peor, su fe podrá disminuir.
La vacilación es
peligrosa, por lo que los creyentes debemos desarrollar la confianza en el
Señor. Jesús dice en Marcos 11.24: “Todo lo que
pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. Lo más
cerca que podemos llegar a la fe perfecta en este mundo, es la capacidad de
confiar en que lo que pedimos dentro de la voluntad de Dios es como si ya lo
hubiéramos recibido.
3. Oración familiar:
“Amado Padre celestial, te damos gracias porque a pesar de las múltiples dificultades que enfrentamos como familia, estamos juntos. Ayúdanos a enfrentar victoriosamente los problemas que salen al paso. Ayúdanos a comprender que los problemas, si los entregamos como familia en Tus manos, no llegan a robarnos la paz. Entregamos en Tus manos todo lo que planeamos y haremos hoy. Amén”
© Charles Stanley
Adaptación de formato CENTRO DE ESTUDIOS
BÍBLICOS
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