Damos ejemplo a nuestros hijos con la forma como hablamos; hoy es el día para cambiar la forma de expresarnos |
1. Lectura Bíblica: Proverbios 4:24
2. Meditación familiar:
Las cosas marcharon bien hasta el día en que el
Alcalde del pequeño pueblo decidió sacar un Decreto prohibiendo toda palabra
vulgar en las conversaciones de los parroquianos. “Quien sea sorprendido expresándose de manera soez, será multado y en
caso de no tener los recursos suficientes, expiará su error con varias horas de
cárcel”, decía el documento que a unos les pareció jocoso, y a otros, obra
de un leguleyo.
--Si las cosas siguen así—le dijo el
Alcalde a su secretaria--, pronto todos
estarán tras las rejas--.
Y no
es que el hombre estuviera siguiendo alguna línea religiosa en particular, sino
que él mismo era muy vulgar y no soportaba las recriminaciones de su esposa,
particularmente cuando iban a algún evento en el que faltaba a los buenos
modales diciendo cosas fuera de todo.
Lo
que pasó en este remoto pueblo, finalmente lo desconozco, pero lo que sí sé es
que la decisión tomó por sorpresa a
muchos que debieron revisar su lenguaje antes de incurrir en un delito.
Ahora,
no es necesario que medie una ley de nuestra sociedad para que pongamos freno a
las expresiones vulgares. Basta que hagamos una auto evaluación de todas las
implicaciones que encierra no saber hablar adecuadamente, para que comprobemos
la urgente necesidad de pensar antes de hablar.
Si
somos vulgares en nuestra forma de comunicarnos con otras personas, herimos susceptibilidades
y de paso manchamos la buena imagen que nos debe caracterizar como hombres y
mujeres en proceso de transformación.
Las
Escrituras nos instan a ser cuidadosos. El rey Salomón enseñó: “Evita toda expresión perversa; aléjate de las palabras
corruptas.”(Proverbios 4:24. NTV)
Cambiar es posible. No en nuestras fuerzas,
aun cuando es decisivo que nos decidamos a cambiar. No obstante, cambiar es
posible si vamos tomados de la mano del Señor Jesús. ¿Se le dificulta modificar
ese vocabulario soez? Con el poder de
Jesucristo podrá lograrlo. Puedo asegurarle que, progresivamente, irá avanzando.
Una
joven mujer me escribía recientemente llena de entusiasmo. “Sí funciona”, decía su mensaje. Era su
respuesta, dos semanas después de un consejo que le di, sobre cómo vencer con
ayuda de Dios los raptos de ira. “Todos
han notado mi cambio; estoy entusiasmada y con ganas de seguir adelante”,
señalaba.
Todo
es posible cuando vamos de la mano del Señor, quien nos creó (Cf. Filipenses
4:13). Estoy convencido que incluso, ese
lenguaje procaz, puede ser modificado. Basta que se disponga a abrirle las
puertas de su corazón.
A propósito, ¿ya recibió
a Jesús como el Señor de su vida? Ábrale hoy las puertas de su corazón. Le
aseguro que no se arrepentirá porque Él le llevará a vivir una existencia
renovada. ¡Tome hoy la decisión! Si tiene alguna inquietud, no dude en escribirnos
a webestudiosbiblicos@gmail.com o llámenos al (0057)317-4913705
© Fernando Alexis Jiménez
3. Oración familiar:
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