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No renuncie a sus sueños

Si hay un lujo que no nos podemos dar, es el
de renunciar a nuestros sueños


1. Lectura Bíblica: Lucas 3:16, 17, Lucas 1:29-31

2. Meditación familiar:

Juan el bautista era un triunfador. Su vida y ministerio hacían pensar que era el Mesías. “La gente estaba a la expectativa y se preguntaba:”¿Será posible que Juan sea el Cristo? Juan siempre respondía:” Juan fue enfático en decir: “Los bautizo con agua, pero el que viene después de mi es más poderoso que yo. Ni siquiera merezco desatar las correas de sus sandalias. El los bautizará con el Espíritu Santo y Fuego”(Lucas 3:16, 17. Nuevo testamento la Palabra de Dios para todos).
Juan bien pudo atraer y conservar para sí a las multitudes. Lo seguían. Estaban convencidas de sus enseñanzas. ¿Qué le dificultaba aprovechar las circunstancias? Sin embargo no lo hizo porque en su vida había propósito. Todo lo que pudiera lucir tentador para si mismo, lo modificó ajustando su existencia a nuevos principios que le permitieron, con humildad y sencillez, ser fiel a Dios y a una causa.

¿Imagina lo que habrán comentado sus amigos? Seguramente pensarían que estaba loco. Lo habrían tildado de fanático religioso. Otros señalarían que jamás podría lograr su propósito.
Antes nadie lo había intentado y estaban convencidos que él tampoco podría. Juan en cierta medida era un soñador. Y bien sabemos que los soñadores enfrentan la oposición, las burlas y las críticas pero se saben sobreponer a tales circunstancias para luchar por sus sueños.
Juan el bautista entendió que las multitudes no le pertenecían. Le pertenecían a Dios. Estaba dispuesto a renunciar al reconocimiento con el propósito de que se cumpliera el propósito divino. ¡Qué diferente de pastotes y líderes que se creen dueños de la congregación y no trabajan para extender el reino de Dios sino para construir su propio reino!
Es probable que Juan se haya visto tentado por la fama. Es natural. Sin embargo no sucumbió. Fue fiel a Dios y a la causa. Llegado el momento “...Juan vio que Jesús estaba acercándose a él y dijo:”Miren, él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. A él me refería cuando dijo: “Hay un hombre que viene después de mi que es más importante que yo porte existía antes que yo. Yo mismo no lo conocía, pero vine a bautizar con agua para que así Israel pudiera darse cuenta de quién es él”(Lucas 1:29-31. Nuevo Testamento la Palabra de Dios para todos).
Cumplió su misión. Terminó sus días en la cárcel, condenado a muerte. Sin embargo, cuando iba camino del lugar en el que sería sacrificado, Juan tenía la conciencia tranquila y le embargaba la satisfacción del deber cumplido. Tenía claro que había hecho lo que le correspondía, en su propia existencia y como siervo de Dios.
¿Qué podríamos decir de su vida? ¿Tiene acaso un propósito? ¿Está luchando por algo que motiva cada instante de su vida?
Es hora de que examine su existencia. Sea honesto consigo mismo. ¿Ha luchado por sus sueños?¿Ha renunciado a ellos?¿Es fiel a Dios y a la causa del reino?¿Está construyendo el reino de Dios o su propio reino?¿Está seguro de haber cumplido su misión?
Aquí cabe citar al autor y conferencista internacional, Lucas Leys: “Hay un propósito para tu existencia y Dios te dio la vida para que cumplas con esa misión. Nadie más puede hacerlo, ni siquiera la copia más perfecta tuya podría hacer todo lo que tú puedes hacer porque Dios te hizo único y preciso para hacer tu aporte. ¿Te comienzas a sentir especial? ¡Muy bien! “eres especial”. Es hora de que te lances a la preciosa aventura de llegar a ser todo lo que Dios quiere que seas y hagas en este mundo.”(Lucas Leys. “151 encuentros con el Rey”. Editorial Vida. EE.UU. 2002. Pg. 7)
¿Está decidido a que su vida pase sin pena ni gloria?¿Cumplirá la misión para la que Dios le llamó? Las respuestas las tiene usted. Están en sus manos. Pero no dudo que una reflexión detenida estos interrogantes, le permitirán reorientar su vida y ministerio.
No podría despedirme sin antes invitarle para que reciba a Jesucristo en su corazón como único y suficiente Salvador. Es la mejor decisión que jamás pueda hacer.

3. Oración familiar:

“Amado Señor Jesús, te damos gracias por la provisión diaria. Reconocemos amado Salvador, que todo nos lo concedes y, aún, más de lo que necesitamos. Este día lo sometemos en tus manos y te pedimos que nos concedas la victoria en lo que emprendamos, Amén”

© Fernando Alexis Jiménez

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