Es necesario edificar la familia en principios y valores |
1. Lectura
Bíblica: 1 Timoteo 5:8;
Salmo 127:1, 2; Proverbios 22:6
2. Meditación familiar:
Si los padres deseamos edificar una familia sólida,
tal como lo enseñan las Escrituras (Salmo 127:1, 2), es necesario que en primer
lugar le demos el sitial que le corresponde a Dios para gobernarnos, y en
segundo lugar, que experimentemos una vida devocional orientada a la
consagración, asimilando y poniendo en práctica principios y valores que
podamos transmitir a nuestros hijos (Cf. Proverbios 22:6)
Como padres que procuramos fundamental una familia
duradera, donde Dios gobierne y primen principios y valores, debemos asumir la
disciplina de estudiar las Escrituras, aprender pautas de vida y orar.
Si hay algo que nos llama poderosamente la atención,
en donde sentimos que Dios nos habló, debemos meditar en ello y, una vez lo
evidenciemos en nuestra forma de pensar y de actuar, aplicarlo en nuestra
familia. Recuerde que somos ustedes y yo como padres, los primeros que debemos
vivir la Palabra del Señor.
Si Dios gobierna nuestra vida, si priman en nuestra
existencia los valores y alrededor de ellos estamos edificando a nuestra
familia, debemos tener en cuenta las siguientes consideraciones: Dedicar tiempo
al cónyuge y a los hijos; demostrar el amor que les tenemos; mantener un
compromiso hacia el hogar; darles –después de Dios—el lugar que les corresponde
en nuestra vida (Cf. 1 Timoteo 5:8) y mantener con cada componente de la
familia, una comunicación fluida.
Cabe aquí considerar lo que nos enseña John Maxwell,
el reconocido autor y conferencista: “Dios
diseñó la familia para ser un “refugio” donde podemos experimentar intimidad y
amor incondicional. Estamos para conocer y ser totalmente conocidos sin temor a
ser rechazados. Así como un científico tiene un “laboratorio” en donde puede
experimentar, la familia debe ser un lugar seguro para practicar el escuchar,
el amar, el perdonar y el resolver conflictos; todo esto nos prepara para el
mundo inseguro al que salimos cada día. En otras palabras, nuestro liderazgo
espiritual y servicio comienzan en el hogar. Servimos ahí primeramente, y luego
tendremos credibilidad para servir fuera del hogar. Una buena regla a seguir es:
Si no funciona en el hogar, no lo aplique con los demás todavía…”(John Maxwell.
Curso “Un millón de líderes”. Nivel 3. Organización Lidere. 2006. EE.UU. Pg.
11)
La familia es, ha sido y seguirá siendo una bendición.
No es una carga. Todo lo contrario, además de refugio, es el espacio
maravilloso en el que nuestro amado Dios nos permite crecer y tener un
complemento para la realización plena.
Como padres de familia, comprometidos en la
edificación de hogares sólidos que honren y glorifiquen a Dios, es esencial que
comprendamos que enseñamos a partir del ejemplo. Si queremos que Dios gobierne
nuestra familia, el Señor debe ocupar el primer lugar en nuestro corazón.
No está bien que pretendamos que nuestra familia
aplique principios, si nosotros como cónyuges y como padres, aún no los hemos
interiorizado y no los vivenciamos a cada momento.
En caso de que haya principios que se nos dificulte
asimilar en la vida, debemos pedir al Señor que nos conceda la fuerza y el
poder necesario. Él lo hará porque si algo desea nuestro buen Padre celestial,
es que contribuyamos deicidamente a la edificación de familias sólidas.
3. Oración al
término de la Célula Familiar:
“Amado Dios y Padre
celestial, gracias porque estás con nosotros siempre, y nos ayudas a edificar
una familia sólida. Como padres, enséñanos los principios y valores que
necesitamos para que nuestro hogar sea sólido, cimentado en ti. Concédenos la
sabiduría necesaria para saber enfrentar las dificultades y encontrar
soluciones. Danos la fuerza necesaria para perdonar, para reconocer nuestros
errores, y para apoyar a los miembros dela familia cuando fallan. Permítenos
vivir a Cristo de tal manera que podamos transmitir la fe y los valores a
nuestra familia. Amén”
© Fernando Alexis Jiménez
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