Nuestro amado Padre celestial espera que demos frutos, siempre |
1. Lectura
Bíblica: Lucas 13:6-9
2. Meditación
familiar:
Si usted desea sembrar una huerta con pepinos, ¿va a
la tienda y pide semillas de “cualquier
cosa”?. Por supuesto que no. Si el objetivo es obtener buenos pepinos para
la ensalada, irá al tendero y le dirá: “Véndame
semillas de pepinos”. Elemental. Apenas natural.
Igual
con nuestras vidas, Dios espera que nuestra semilla—que es la del Padre
celestial—rinda buenos frutos. Si Cristo Jesús mora en nuestro corazón, es
apenas previsible que una nueva naturaleza debe reinar en nuestro ser.
La
mejor ilustración la encontramos en una parábola del Señor Jesús que refirió a
sus discípulos en cierta ocasión: “Luego Jesús les
contó la siguiente historia: «Un hombre plantó una higuera en su jardín, y regresó varias veces
para ver si había dado algún fruto, pero siempre quedaba decepcionado. Finalmente le dijo al jardinero: “Llevo tres años esperando, ¡y no ha
producido ni un solo higo! Córtala, solo ocupa espacio en mi jardín”.”(Lucas
13:6, 7. NTV)
¿Cómo
andan sus frutos en su vida personal y espiritual?¿Cómo es el trato con su
cónyuge?¿Cómo va la relación con los hijos?¿Cuál es la relación con sus
compañeros de trabajo? Le invito para que haga un alto en el camino. Recuerde
que Dios espera que demos frutos en todas las áreas en las que nos
desenvolvemos.
Si no
nos tomamos el trabajo de hacer un alto en el camino, lo más probable es que
sigamos el mismo sendero de errores y equívocos reiterados que hasta hoy. ¡Dios
desea que experimentemos cambio y crecimiento personal y espiritual, y hoy es
el día para emprender ese camino!
Ahora,
¿hay oportunidad? Por supuesto que sí, porque nuestro amado Dios siempre nos
brinda una segunda oportunidad. El que intercede por nosotros es el Señor
Jesús, como lo describe la parábola: “El jardinero respondió: “Señor, dale otra oportunidad. Déjala un año más, y le
daré un cuidado especial y mucho fertilizante. Si el año próximo da higos, bien. Si no, entonces puedes
cortarla.”(Lucas 13:8, 9.NTV)
Si
hace un detenido análisis de lo que hace falta, en su vida personal, en el
hogar y en la relación con otras personas, encontrará que hay correctivos que
se necesitan de manera urgente. El cambio no es en sus fuerzas, sino en las de
Dios. Él desea ayudarle en todo el proceso. Es cierto, el Padre espera que
demos frutos, pero si hay disposición al cambio, para fructificar, él nos
acompaña paso a paso. La fortaleza viene de Él. Nos abre las puertas. ¡Hoy es
el día para comenzar! Y si no ha recibido a Jesucristo como su Señor y
Salvador, hoy es el día para que lo haga y comience a moverse en la dimensión
sobrenatural de Dios.
3. Oración
familiar:
“Amado Dios y Padre celestial,
gracias por este día que nos regalas. Como familia reconocemos nuestra
necesidad de ti. Solamente con tu ayuda podemos experimentar el cambio que
necesitamos en todas las áreas de nuestra vida. Si hay conflictos, por favor
ayúdanos. Como familia cristiana, deseamos resolver cualquier obstáculo. Tú
eres nuestra ayuda, y a ti acudimos. En tus manos entregamos este día. Amén”
© Fernando
Alexis Jiménez
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