Nuestra familia debe crecer diariamente en Dios |
2. Meditación familiar:
Autor Charles Stanley con aportes de Fernando Alexis Jiménez
Juan se despertó cuando
el sol que se colaba por su ventana, indiscreto y juguetón, golpeó su cara.
Miró el reloj despertador. Como siempre, tenía apenas el tiempo preciso para
bañarse, tomarse un café y salir corriendo al trabajo. “Cuando regrese a casa, esta noche, tomaré tiempo para orar”.
Durante el tiempo no tuvo
mucho tiempo, más que para mirar el Facebook, compartir uno que otro mensaje
intrascendente y retwitear algo que envió un amigo.
Cayó la noche. El
tráfico estaba intenso. Deseaba tomarse un buen baño, comer algo ligero—quizá una
ensalada—y recortarse a ver televisión. “Cuando
descanse un poco, voy a orar”, meditó, pero se quedó dormido frente al
receptor, viendo una película. Otro día sin orar, sin buscar de Dios.
Le invito a leer lo que
enseña el reverendo Charles Stanley: “Cuando se dirigía a Jerusalén, Jesús se
detuvo en Betania para pasar un tiempo con unos amigos a los que amaba —Lázaro
y sus dos hermanas. Mientras Marta corría de un sitio para otro ocupándose de
la comida, María estaba sentada escuchando al Señor.
En aquella época, la
cultura dictaba que una mujer sirviera a los hombres en la casa. Al descansar a
los pies de Jesús, María estaba desafiando las normas de su sociedad. Pero ésta
era una mujer a la que le interesaba más su Señor, que hacer lo que era
culturalmente apropiado. Cuando Marta se quejó, Jesús le dijo gentilmente que
su hermana había tomado la decisión correcta. La prioridad número uno era pasar
tiempo con Él.
Lo que era cierto para
María y Marta, también lo es para nosotros hoy. Todo creyente necesita apartar
tiempo para pasarlo diariamente con Dios. Hacerlo demuestra lo mucho que
valoramos nuestra relación con Él, ya que las personas con las que pasamos más
tiempo son las que más amamos.
Leamos lo que hizo
Jesús: El Señor le dijo: —Mi
apreciada Marta, ¡estás preocupada y tan inquieta con todos los detalles!
Hay una sola cosa por la que vale la pena preocuparse. María la
ha descubierto, y nadie se la quitará.
Muchas veces, los
creyentes se disculpan diciendo que están demasiado ocupados. Nos decimos a
nosotros mismos: Solo necesito terminar unas
pocas cosas, y después oraré y leeré la Biblia, pero siempre parece
haber una nueva tarea que reemplaza a la ya terminada. Tenemos que decidir
apartar tiempo para el Señor.
Puede ser difícil
alterar nuestra agenda para dar a Dios el lugar que le corresponde. Pero
ninguna otra relación en la vida se iguala a lo que tenemos en el Señor cuando
hacemos de Él nuestra prioridad absoluta.”
3. Oración familiar:
“Padre
amado, gracias por este nuevo días que nos regalas. Perdónanos cuando—como familia—creemos
que estamos tan ocupados, que no sacamos tiempo para orar. Perdona nuestra
necedad. Sometemos este día en tus manos. Quédate con nosotros. Amén”
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