Nuestra fe debe crecer por encima de las barreras de la duda que a veces nos asaltan |
1. Lectura Bíblica: Hebreos 11:1, 6
2. Meditación familiar:
No soy aficionado a los teléfonos
móviles, pero utilizo esta ilustración porque es muy común a todos. Imagine que
recibe de regalo uno de estos artefactos electrónicos, pero no cualquiera, sino
de alta gama. Lo último en el mercado, de aquellos que usted vio en televisión
la noche anterior. “Es hermoso”,
comentó al ver la configuración del dispositivo celular. ¡Usted quisiera
tenerlo a disposición! No obstante, sin pensarlo, lo recibe esa mañana.
¿Pondría
en duda que el teléfono funcionara? Si viene en su caja original, con tarjeta
de garantía: ¿Dudaría que en su ciudad opere adecuadamente? Creo que no. Usted
simplemente le cargaría la batería y, sin pensarlo dos veces, realizará la
primera llamada.
¿Hubo
margen a duda? Lo más probable es que no. Usted verificó que era original de
fábrica y simplemente lo utilizó. Esa es una explicación muy particular de la
fe. Creer sin dudar ni preguntarnos sobre qué hacer que ocurra. Dejar de lado
los razonamientos y la lógica, que en la vida espiritual, levantan una enorme
barrera para que los milagros ocurran.
La
Biblia enseña que Dios honra a quienes tienen fe: “Pero
sin fe es imposible agradar a Dios; PORQUE es necesario que todo aquel que se
acerca a Dios, crea que existe, y que es galardonador de los que le buscan.”(Hebreos
11:6)
La
fe es la que marca la diferencia en nuestras vidas. Hace posible lo imposible.
Nos lleva siempre a nuevas dimensiones de poder, en las que cruzamos las fronteras
y vemos materializados milagros. Fe que va más allá de toda duda.
Permítame
citar aquí al autor y conferencista internacional, Charles Stanley, cuando
relaciona tres fundamentos de la fe que hace posibles los milagros: “Si estamos
decididos a avanzar espiritualmente, no podemos conformarnos con una fe
pequeña. Quitamos la mirada de nosotros mismos y la ponemos en el Señor, porque
anhelamos tener más fe.
Comenzamos
convirtiéndonos en estudiantes de la Biblia, con el deseo irresistible de
experimentar la presencia del Señor, pasar más tiempo con Él, y ser conformados
a la semejanza de Cristo.
La
segunda característica de una fe más profunda, es la fuerte confianza en el
Espíritu Santo, evidenciada por la costumbre de acudir a Dios antes de tomar decisiones.
Tercero, demostramos la disposición de esperar en Dios y confiar en lo que Él
dice. El Señor alabó al centurión por su gran fe. Por confiar en la persona y
en el carácter de Jesús, el soldado creyó que la palabra de Cristo era todo lo
que se necesitaba (Mateo 8.5-10).
Pero hay un nivel de fe aun
mayor, en el que la incredulidad es desterrada y solo la confianza en Dios permanece. Abraham mostró esa confianza
cuando el Señor le ordenó que sacrificara a Isaac. La poca fe nunca habría
cortado la madera o ensillado los asnos para hacer el viaje. La fe que él tenía
lo impulsó a hacer el viaje, tal como Dios le había ordenado, creyendo que el
Señor resolvería las cosas. La fe total actuará como hizo Abraham: él creyó lo
que el Señor le había prometido; cumplió con la orden divina, aunque eso
parecía contradecir la promesa que Dios le había hecho. Que la fe total sea la
oración y la aspiración de su corazón. El Espíritu Santo está siempre listo
para ayudarle a alcanzar el siguiente nivel de fe.”
Dios
es quien nos ayuda a crecer en la fe. Y a propósito de Dios: ¿Ya recibió a
Jesucristo en su corazón como su único y suficiente Salvador? Hoy es el día
para que lo haga. No se arrepentirá. Si tiene alguna inquietud, no dude en
escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com
o llamarnos al (0057)317-4913705.
© Fernando Alexis Jiménez
3. Oración familiar:
0 comentarios:
Publicar un comentario