Todos nuestros pecados son perdonados por el Señor Jesús y nos ofrece una nueva oportunidad |
1. Lectura Bíblica: Miqueas 7:18, 19
2. Meditación familiar:
La mujer se quedó mirando al
empleado bancario cuando le dijo que no podría pagarle la pensión de aquél mes.
“De acuerdo con nuestros registros, usted
murió hace dos meses”, le dijo. Ella insistió en que consultara el
computador, pero la base de datos arrojaba de nuevo la información equivocada. “Lo que debe hacer ahora es reportarse a la
Registraduría para que corrijan el error, porque usted está legalmente clara”,
le dijo el joven.
Su información personal, por mucho que se esforzaron
aquél día, no apareció. ¡Estaba borrada! Igual ocurre cuando Dios perdona
nuestros pecados. Nada podrá traerlos de nuevo delante del Padre porque Él hace
una obra perfecta y arroja nuestros pecados y delitos a lo profundo del mar.
Cuando vamos a Dios en sincero arrepentimiento en procura
de perdón, Él en su infinito amor y misericordia, nos perdona.
¿Qué ocurre entonces con el pecado cometido? Dios lo
olvida, tal como leemos en las Escrituras: “¿Qué Dios hay
como tú, que perdona la maldad y olvida el pecado del remanente de su heredad?
No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en la misericordia. Él
volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades y
echará a lo profundo del mar todos nuestros pecados”(Miqueas 7:18, 19).
Hay términos del texto bíblico que vale la pena subrayar.
Le invito para que lo lea de nuevo y anote, entre las características de Dios,
que Él es misericordioso, olvida el pecado, deja de lado su enojo y echa en lo
profundo del mar nuestros errores.
¿Dios ya le perdonó? Por supuesto que sí. Lo hizo desde
el mismo momento en que usted fue a su presencia arrepentida en procura de ser
perdonada.
¿Qué sigue ahora? Perdonarse a sí misma. Ese es el paso a
seguir. Si Dios en su infinita bondad la perdonó, ¿qué sentido tiene que usted
se siga sintiendo indigna y culpable?
Recuerde que además de amar a Dios, es necesario que
aprendamos a desarrollar amor propio, como enseñó el Señor Jesús.
En cierta ocasión fue interrogado por algunas personas
respecto a cuál era el más grande e importante mandamiento. “Jesús
le dijo:--Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con
toda tu mente”. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es
semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”(Mateo 22:37, 38).
Usted debe amarse a sí mismo y, por tanto, perdonarse.
Gracias al Señor Jesús delante de él se abre una enorme oportunidad para
comenzar de nuevo.
No deje de congregarse porque, sin duda, en nada
contribuirá a salir de la situación que enfrenta. El Señor Jesucristo mismo, de
quien debe marchar tomada de su mano y en oración, es quien obrará la sanidad
interior que tanto necesita...
Si tiene alguna inquietud, no dude
en escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com o llamarnos al teléfono (0057)317-4913705
3. Oración
familiar:
“Amado Señor Jesús, gracias
porque gracias a tu preciosa sangre vertida en la cruz, somos limpios de todo
pecado. Esa obra en la cruz nos asegura el disfrute de una nueva oportunidad.
Hoy sometemos nuestros delitos y pecados en tus manos, en la certeza de que nos
libras de toda trasgresión y nos aseguras vida eterna. En tus manos quedamos
hoy. Amén”
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