El propósito de Dios es que experimentemos plenitud de vida en todo momento... |
1. Lectura
Bíblica: Proverbios
3.3, 4
2. Meditación familiar:
Por Charles Stanley
¿Se ha sentido tentado a pensar alguna vez que el
Señor tenga favoritismo? Algunas historias de la Biblia dan esa impresión.
Hablemos de María, por ejemplo. Cuando el ángel Gabriel la vio, le dijo: “¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo” (Lucas 1.28). Pensemos después en
Moisés; Dios le habló cara a cara, como habla alguien con su amigo (Éxodo
33.11). Y, por supuesto, tenemos a Samuel, quien crecía en el favor del Señor y
en el de toda la gente (1 Samuel 2.26 NTV). La Biblia dice que Dios no dejó
caer a tierra ninguna de sus palabras (3.19). ¿Son ellos ejemplos de
favoritismos?
A
pesar de las apariencias, no es así. Como aprendimos en la meditación de ayer,
Dios puede conceder o quitar el favor, pero eso no sucede arbitrariamente. El
favor de Dios está disponible para todos.
¿Cómo
se obtiene, entonces, el favor del Señor? Ante todo, hay que pedirlo. El
salmista dice: “Supliqué tu favor con todo mi corazón”
(Sal 119.58 LBLA). Luego, en el pasaje de hoy en Proverbios,
aprendemos que podemos hacer nuestras la misericordia y la verdad, y que ellas
pueden llevarnos al favor ante los ojos de Dios y de los hombres.
Un
pasaje de la Biblia especialmente útil se encuentra en el Salmo 25. Aquí se nos
dice que “los secretos del SEÑOR son para los que le
temen” (v. 14 LBLA). La palabra “secretos” en este contexto se
refiere a una comunión dulce y estrecha. Esta comunión está disponible para
quienes temen a Dios, lo que significa que son para todos los que deciden andar
en bondad, obediencia y el temor del Señor.
Humanamente,
nos resulta imposible pensar que el Señor Jesús necesitara mejorar o crecer en
alguna forma, pero la Palabra de Dios nos dice que Él “…crecía
en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (Lucas
2.52). Como Dios, Él era perfecto y lo tenía todo, pero como ser
humano tenía que crecer en sabiduría y en gracia. Y nosotros también.
Cuando
nos convertimos en hijos de Dios al poner nuestra fe en Jesucristo, somos
aceptados totalmente y muy amados, más allá de nuestro proceder. No es posible
que el Señor nos ame más algunas veces que otras, porque Él es amor (1 Juan
4.16) y no puede dejar de amar.
Pero
cuando hablamos del favor de Dios, entonces hablamos de algo diferente: pues
éste puede ser dado o quitado por nuestro Padre celestial. La responsabilidad
del creyente es elegir el camino que le conduzca al favor de Dios, de acuerdo
con las pautas establecidas en la Biblia.
Algunos
de los caminos deseados por el Señor están descritos específicamente en
Proverbios 8, en el que la sabiduría aparece personificada: ella está clamando
en las calles e invitando a los hombres a venir a Dios. Termina su discurso
diciendo: “Quien me encuentra, halla la vida y recibe
el favor del SEÑOR” (V. 35 NVI).
De
este pasaje aprendemos que alcanzar la sabiduría y el favor de Dios es un
proceso que requiere varios pasos. Primero, debemos escuchar y guardar los
caminos de la sabiduría. Luego se nos aconseja que atendamos la instrucción y
que no la menospreciemos. Por último, se nos exhorta a velar cada día y
aguardar en sus puertas (vv. 32-34). Dios se complace cuando sus hijos actúan
con sabiduría.
Si aún
no ha recibido a Jesús como Señor de su vida, hoy es el día para que lo haga.
Si tiene inquietudes, escríbanos a webestudiosbiblicos@gmail.com o
llámenos al (0057)317-4913705
3. Oración
familiar:
“Amado Dios y Padre te damos
gracias porque siempre estás con nosotros y jamás nos dejas solos. Hoy
sometemos en tus manos este día y te agradecemos el que manifiestes tu poder en
todo lo que hacemos. Danos la sabiduría para resolver problemas cuando llegan,
la humildad para perdonar a quienes nos hacen daño y la valentía para seguir adelante
cuando los obstáculos salen al paso. En tus manos quedamos. Amén”
CONSEJERIA
PASTORAL CLIC AQUÍ
LECCIONES
PARA CÉLULAS CLIC AQUÍ
ALTAR
FAMILIAR CLIC AQUÍ
DEVOCIONALES
DIARIOS CLIC AQUÍ
0 comentarios:
Publicar un comentario