Nuestro amado Dios nos ayuda en el proceso de cambio... |
1. Base Escritural: Colosenses 3:1-5
2. Meditación familiar:
Ricardo atravesó las
calles del pueblo, no tambaleándose como en otras épocas cuando se bebía hasta
el último céntimo de su salario los viernes en la noche, sino con una amplia
sonrisa que lo iluminaba todo, y llamando la atención con su Biblia, de canto
rojo y tapa negra.
Lucía, la esposa del
boticario, se asomó por la ventana porque no podía creerlo, y Angelino—el Notario—dejó
de beber su café tinto porque no podía daba crédito a lo que veía. Incluso,
limpió sus anteojos y salió dando pasos
lentos –evidencia del reumatismo que estaba golpeando su vida desde hacía una década—para
apreciar el espectáculo: Ricardo no estaba ebrio sino sobrio, e iba de camino
al parque principal.
Pero Ricardo no era el
único en el pueblo en emprender una nueva vida. También Rosalba, a quienes
todos calificaban de casquisuelta
debido a que por años no fue fiel a su marido. Ella se convirtió a Cristo y era
otra persona. ¿Y qué decir de Mario, el vendedor de leche? Ya lo aumentaba la
cantidad de los lácteos con agua, sino que vendía con honestidad.
“Algo raro debe estar pasando por esos predios”, murmuró Simón, el
Alcalde. Sin duda, algo estaba pasando. Los evangélicos que trajeron ejemplares
del Nuevo Testamento para regalar, estaban provocando una verdadera revolución…
Esa transformación que
no se puede explicar fácilmente, se produce cuando le permitimos al Señor Jesús
que more en lo más profundo de nuestro corazón. Humanamente no lo podemos
explicar, porque trasciende las palabras. Va más allá. Está íntimamente ligado
con el espíritu. Dios opera cambios en nuestra forma de pensar y esas
modificaciones en los patrones de pensamiento, se manifiestan en un nuevo
comportamiento.
Es algo natural a quien
recibe a Cristo como Señor de su vida, tal como lo explicó el apóstol Pablo al
escribirle a los creyentes de Colosas, en Asia: “Ya
que han sido resucitados a una vida nueva con Cristo, pongan la mira en las
verdades del cielo, donde Cristo está sentado en el lugar de honor, a la
derecha de Dios. Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Pues
ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está escondida con Cristo
en Dios. Cuando Cristo —quien es la vida de ustedes* — sea revelado a todo
el mundo, ustedes participarán de toda su gloria.”(Colosenses 3:1-4. NTV)
Avanzar en ese
crecimiento personal y espiritual que tanto hemos anhelado y necesitamos es
posible cuando renunciamos a nuestras ideas preconcebidas y dejamos de Dios
entre en nuestra vida, y saque todo lo viejo, aquello que no solamente nos
estanca sino que pone barreras en el proceso de cambio.
No hay persona que esté
al margen de la oportunidad de cambiar. Dios la ofrece gratuitamente a todos
nosotros porque el Señor Jesús ya pagó en la cruz. Lo que nos corresponde es
tomar esa bendición y hacerla realidad en nuestra existencia. No solo se
beneficiará usted sino las personas de su entorno familiar y aquellas con las
que usted interactúa.
Todo parte de una
decisión. Hoy puede hacerlo, incluso allí donde se encuentra. Ábrale las
puertas de su vida a Jesús el Señor. No se arrepentirá. Si tiene alguna
inquietud, por favor, no dude en escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com o
llamarnos al (0057)317-4913705
© Fernando Alexis
Jiménez
3. Oración familiar:
“Amado
Padre celestial, como familia anhelamos cada día cambiar y crecer. Es algo que
podremos hacer si tú nos ayudas. Rendimos todo nuestro ser en tus manos y
pedimos que nos permitas identificar en qué estamos fallando y qué debemos
modificar en nuestra forma de pensar y de actuar. Entregamos en tus manos lo
que vamos a hacer hoy. Amén”
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