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Dios desea que en nuestro hogar reine la armonía |
1.
Lectura Bíblica: 1
Juan 1:9; Proverbios 4:23;
2. Meditación familiar:
Cuando tenemos dificultades como pareja, generalmente
creemos que somos quienes más vulneración y ofensas han sufrido. Se trata, por
supuesto, de una percepción muy subjetiva. La realidad es que no importa
cuantas veces ha sido ofensor o víctima, lo importante es reconocer que también
hemos ofendido y lastimado a nuestro cónyuge y necesitamos pedir perdón y
perdonar con humildad y mansedumbre.
La autora, Dora Tobare, en su blog define el perdón no
como abrir espacios para que nos sigan atropellando emocionalmente, sino para
resolver los conflictos que minan la relación de pareja: “Perdonar no es aceptar lo inaceptable ni justificar males
como maltratos, abusos, faltas de solidaridad o infidelidades. Tampoco es hacer
de cuanta que no ha pasado nada. Eso sería forzarnos o ignorar la
realidad y a acumular resentimientos. Igualmente, perdonar no es
tratar de olvidar lo que me han hecho, pues siempre es bueno aprender de
lo vivido. Perdonar es sobre todo liberarse de los
sentimientos negativos y destructivos, tales como el rencor, la rabia, la
indignación, que un mal padecido nos despertó y optar por entender que está en
mis manos agregarle sufrimiento al daño recibido o poner el problema donde
está: en la limitación que tuvo mi cónyuge de amar mejor, en una determinada
circunstancia.”. El asunto es claro: Perdonar es ante todo, liberarnos de
una pesada carga.