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La oración: Un privilegio extraordinario

Cuando oramos, Dios trae respuesta a nuestras
necesidades... Lo hace con poder...


2. Meditación familiar

Una pregunta resuena en el corazón de casi todos los cristianos en algún momento de su vida: Si Dios lo sabe todo acerca de mí, ¿por qué tengo que orar por mis necesidades? El Señor tiene razones específicas por las cuales no utilizar su omnipotencia para responder a ciertos deseos y sufrimientos nuestros, a menos que le hablemos de ellos.
Dios nos anima a orar para crear una relación estrecha entre Él y nosotros. El Señor está interesado en mucho más que la satisfacción de nuestras necesidades; también quiere convertirse en nuestra fuente de fortaleza en cada prueba. Sabemos que para que una amistad crezca se requiere invertir tiempo. Las oraciones rápidas de tres minutos, aunque son valiosas e importantes para mantener un continuo olor de “incienso fragante” delante de Dios, no son suficientes para mantener una conexión personal con nuestro Padre celestial.

Santiago 1.17 dice. “Toda buena dádiva...desciende de lo alto”. El Señor quiere que le reconozcamos como la fuente de todas nuestras bendiciones. Dirigir nuestras oraciones a Dios, y confiar en que serán respondidas de acuerdo con su voluntad y en su tiempo, fortalece nuestra conciencia de que sin Él, no podemos lograr nada. En la vida cristiana, nuestra dependencia de Dios crece en proporción directa a nuestra madurez espiritual. Ese concepto va en contra de nuestra naturaleza y cultura, que valoran la independencia por encima de todo lo demás.
Somos privilegiados de pertenecer a un Dios que desea tener una relación de Padre-hijo con nosotros. Él puede, desde luego, satisfacer nuestras necesidades sin una sola palabra de nuestra parte, pero entonces nunca conoceríamos la maravilla de pedir y recibir por amor.

3. Oración familiar:

“Amado Padre celestial, este día agradecemos que nos hayas regalado la vida. Cada instante de existencia es un enorme privilegio porque nos permites disfrutar de lo bueno, pero también, nos llenas de fortaleza para enfrentar las dificultades. Permítenos seguir creciendo en ti, de manera tal que podamos, con tu ayuda, superar los obstáculos que surgen al paso. Te damos gracias por que nos guías, nos orientas y nos das siempre lo mejor de lo mejor. Quédate con nosotros. Amén”

© Fernando Alexis Jiménez



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