Dios nos llamó a ser potenciales vencedores, a nostros y a nuestros hijos |
1.
Lectura Bíblica: 1 Samuel 16:6-7
2.
Meditación familiar:
Cuando pensamos
en el rey David, enseguida nos viene a la mente las limitaciones. He aquí un
hombre que logró grandes éxitos y lo hizo hasta lo más alto. Era un gran
guerrero y el más extraordinario de los reyes. Sin embargo, hubo muchos que
nunca vieron su potencial. En su juventud, no tenía la apariencia de un
guerrero ni de un rey. Era el menor de su familia y como un muchacho no recibía
el apoyo de los que le rodeaban. Las extraordinarias batallas de David en sus
primeros años no fueron contra el oso ni el león que mataba mientras protegía
las ovejas de su padre. Sus mayores obstáculos se los crearon las personas que
trataron de ponerle limitaciones. Mira cómo otros vieron y consideraron a
David:
Su propio padre, Isaí, pensó que no
tenía el potencial de rey (1 Samuel 16:6-7). La falta de valoración comenzó en
casa. Ese hecho nos debe llevar a reflexionar cómo valoramos a nuestros hijos,
y si los estamos levantando con mentalidad de ganadores o de perdedores.
Los propios hermanos de David pensaban que no tenía el potencial de guerrero.
Experimentó su rechazo (1 Samuel 17:28. Sus hermanos vieron en él nada más que
un muchacho vagabundo, pero era en realidad un hombre con una misión.
El rey Saúl pensó que David no tenía
el potencial de campeón (1 Samuel 17:32-33). Saúl trató de ponerle a David su
armadura real. David no le permitió a Saúl que lo detuviera por sus pocas
expectativas ni por su voluminosa armadura. Se enfrentó a Goliat tal y como
era.
Goliat pensó que
no tenía el potencial de oponente.
La afrenta final para David vino
cuando Goliat lo vio avanzando para encontrarse con él en la batalla. El
inmenso filisteo le echó un vistazo al muchacho y reaccionó negativamente. Las
Escrituras dicen: “[El filisteo] le dijo: ¿Soy acaso un perro
para que vengas a atacarme con palos? Y maldiciendo a David en nombre de sus
dioses, añadió: ¡Ven acá, que les voy a echar tu carne a las aves del cielo y a
las fieras del campo!" (1 Samuel 17:43-44).
Goliat despreció a David e incluso
creyó que el muchacho no era digno de un entierro adecuado y, con esas
palabras, lo atacó. Uno puede con facilidad determinar el calibre de una
persona a través de la cantidad de oposición que le hacen para desalentarla. David
enfrentó una gran oposición. Todo el mundo le dijo a David que no tenía
potencial, pero él fue capaz de:
superar
a su familia (limitaciones de relaciones); superar a los «reyes Saúl»
(limitaciones de liderazgo); superar a los «Goliat» (limitaciones de habilidades).
Se quitó de encima todas las limitaciones que otros le pusieron y mató a Goliat. Y cuando lo hizo, des- pojó al ejército de Israel de sus barreras y derrotaron al ejército filisteo. ¡Su victoria personal se tornó en victoria para toda la nación!
Se quitó de encima todas las limitaciones que otros le pusieron y mató a Goliat. Y cuando lo hizo, des- pojó al ejército de Israel de sus barreras y derrotaron al ejército filisteo. ¡Su victoria personal se tornó en victoria para toda la nación!
Mientras damos la vuelta a la pista,
pienso en lo joven que era David y cómo a pesar de que él, un hombre conforme
al corazón de Dios que se convirtió en un gran rey, empezó de la nada, pero con
esperanza y potencial. Rápidamente reaccioné ante esos pensamientos por el
deseo de David de darnos las palabras finales de ánimo:
Las limitaciones no restringen a
menos que lo permitamos. Aunque nadie, ni siquiera nuestra propia familia, crea
en nosotros, no podemos doblegarnos por esa condición. Fuimos llamados a
vencer, a ser ganadores, y no podemos menos que movernos en esa dirección.
Quien va delante de nosotros y nos asegura la victoria, es Dios mismo.
Si no ha recibido a Jesucristo hoy
es el día para que lo haga. Ábrale las puertas de su corazón. Puedo asegurarle
que no se arrepentirá. Si tiene alguna inquietud, no dude en llamarnos al
(0057)317-4913705 o escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com
© John Maxwell
con aportes de Fernando Alexis Jiménez
3.
Oración familiar:
“Gracias amado
Dios porque nos creaste con las enormes potencialidades para ser triunfadores,
y en esa dirección, nos llamas a edificar a nuestros hijos. Permítenos desechar
las ideas derrotistas de las personas
que nos rodean, que no creen ellas mismas en sus potencialidades y ponen en
tela de juicio nuestras aptitudes, conocimientos y habilidades. Sometemos
nuestra vida en tus manos, como familia, y estamos seguros que nos llevarás
siempre a la victoria en todo lo que emprendamos. Amén”
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