Cuando oramos se activa el poder de Dios a nivel personal y familiar |
1. Lectura Bíblica: Salmo 22:24;
2. Meditación familiar:
La idea de recorrer la
autopista en una vieja motocicleta, no solo asaltó a los dos abuelos sino que,
tentados por la brillantez del aparato que a primera vista lucía en buenas
condiciones, decidieron emprender el recorrido a toda velocidad hacia un paraje
apartado, en Norteamérica.
La brisa golpeaba sus rostros generando una sensación de
placidez. Conforme aumentaban el kilometraje, el color verde de los arbustos se
mezclaba con el ocre de las montañas y el asfalto que se perdía en el
horizonte, como si marcharan hacia el infinito.
Aquellos eran instantes de indescriptible emoción. Sin
embargo, una piedra en el camino provocó que salieran de su carril y cayeran
ruidosamente sobre el suelo pedregoso de las márgenes. El golpe los dejó sin
sentido. Minutos después, cuando recobró la conciencia, la mujer comenzó a
musitar una oración pidiendo la ayuda de Dios.
El lugar, además de distante, era poco frecuentado por
vehículos. Aún así, un patrullero de la policía sintió en su corazón dirigir el
vehículo hacia aquella carretera. No entendía bien la razón pero lo hizo.
Encontró a lo lejos a la pareja de ancianos tendidos en la orilla. Tenían
heridas de alguna consideración. Los auxilió y pidió una ambulancia. Tardaría
dos horas en llegar, lo que para el abuelo –todavía inconsciente—sería fatal.
El agente musitó una oración al Señor: “Jesucristo, respóndeme, sólo tu
puedes ayudarlos”.
“Fue coincidencia” aseguró el conductor de una
ambulancia que, minutos antes había recibido una llamada que resultó ser falsa
alarma y cuando pasaba a pocos kilómetros del accidente, captó el mensaje que
transmitía el guarda, pidiendo un vehículo para transportar a los heridos. En poco
tiempo estuvo en el lugar.
El oficial Samuel Mitchell, quien estuvo al frente del
caso, atribuyó a un hecho milagroso el que se desviara de su ruta para atender
la emergencia y lo que para los paramédicos fuera una “coincidencia”.
--No hay duda que Dios intervino en todo el asunto—explicó.
Sin duda usted se pregunta: ¿Cómo aseguramos respuesta a
nuestras oraciones? El interrogante tiene respuesta en puntos que compartimos
con usted:
Cuando nuestra confianza está depositada en el Señor, no
escucha y responde con poder. Es un principio infalible. Dios nos ama y quiere
lo mejor para nosotros. En ese orden de ideas, si clamamos en procura de Su
ayuda—conforme a Su voluntad—nos responde con poder.
La Biblia dice que nuestro amado Señor merece toda la alabanza
“Porque no menospreció ni abominó la
aflicción del afligido, ni de él
escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, él le oyó”(Salmos 22:24).
Podemos tener la firme convicción de que nuestras
oraciones serán atendidas. Nuestro amado Padre está a acompañándonos en todo
instante, incluso cuando nos sentimos solos, y nos ayuda a superar las
crisis...
Recuerde que la gran diferencia entre quienes recibe de
Dios, y los que no, lo determina la oración. Pasar tiempo delante del Señor.
Saber que Él se manifiesta entre quienes claman.
¿Ya recibió a Cristo en su corazón? Hágalo hoy. ¡Tiene
usted la oportunidad de seguir adelante emprendiendo nuevos días! Si no ha
recibido a Cristo Jesús, hoy es el día para que lo haga. Si tiene alguna
inquietud, escríbanos a webestudiosbiblicos@gmail.com
o llámenos al )0057)317-4913705.
© Fernando Alexis Jiménez
3. Oración
familiar:
“Amado Señor Jesús, gracias
porque gracias a tu intercesión, Dios el Padre responde a nuestras oraciones.
Reconocemos que nos falta más oración. Si clamamos, sin duda Él responde, pero
si no lo hacemos, nada determina que las cosas puedan ocurrir. Enséñanos a orar
como familia. Sometemos este día en tus manos. Amén”
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