Si hemos fallado en nuestra familia, es tiempo de aplicar correctivos |
1. Lectura Bíblica: Salmo 69:32, 33
2. Meditación familiar:
Las playas suelen ser
atrayentes, sobretodo en las mañanas cuando el sol camina perezoso hacia la
cumbre y su calor comienza a bañar el cuerpo como una sábana ligera que sólo
podemos percibir cuando nos cubre totalmente.
Ryan Caskey tenía en mente disfrutar la jornada al vaivén
de las olas que morían en la playa, y se dejó llevar por las ondulaciones de
agua salada que poco a poco lo llevaron mar adentro. Cerró sus ojos para
mecerse con desgano.
No
recuerda en qué momento, pero cuando tomó conciencia del peligro, estaba a más
de un kilómetro de la playa en la que las figuras de hombres y mujeres tenían
la dimensión de manchas pequeñas que se confundían con la arena blanca.
Comenzó
a nadar, pero pronto perdió las fuerzas. Por momentos lo intentaba, pero el
agua lo volvía a arrojar mar adentro.
--Dios
mío, ayúdame...—musitó cuando comprendió la gravedad de su situación. Para
entonces se dejaba hundir. Por momentos quiso abandonarlo todo y perderse en la profundidad. Pero
temía morir. Ese miedo le llevó a intentar sobrevivir a como diera lugar
sacando fuerzas de donde no las tenía.
Ryan
aguantó tres horas y media. Los minutos se le hicieron eternos. Fue rescatado
por una patrulla aérea que lo izó a un helicóptero y le salvó la vida. Desde las
alturas pudo dimensionar la enorme distancia que lo separaba de tierra firme.
--Si
Dios no me hubiese ayudado, sin duda me habría dejado morir...—explicó al
equipo de paramédicos que le atendió minutos después.
Hay momentos en
los que, al igual que Ryan, sentimos que todo está perdido y que no vale la
pena intentarlo. Quisiéramos renunciar a todo. Las cosas van mal y cada nuevo
esfuerzo termina la desesperanza.
Nos
quedan dos opciones: la primera, resignarnos a una situación de crisis
permanente, en la que todas las corrientes están en contra de nosotros, y la
segunda, depositar nuestra confianza en Dios quien nos lleva de victoria en
victoria. La clave es justamente esa: depositar en Él nuestra confianza.
Probablemente
en su vida no ha hecho otra cosa que cometer errores. Su vida está en crisis, su
familia es un caos, ha perdido credibilidad en el trabajo y siente que el
panorama luce ensombrecido. ¡No se deje vencer! Todavía hay una oportunidad
para transformar el dolor que ha causado a sus seres queridos y emprender una
nueva vida don ayuda de Dios. Hay esperanza en Dios para no seguir fallando.
Permítame
citar al autor y conferencista, Roberto Buford: “El juego se gana o se pierde en el segundo tiempo, no en el primero. Es
posible cometer algunos errores, o quizá muchos, en el primer tiempo y aún
tener tiempo para recuperarse, pero es más difícil hacerlo en el segundo
tiempo. En el segundo tiempo usted debe, a la larga, saber cómo tiene qué
obrar, y ya conoce el terreno de juego, el mundo en el que vive. Ha
experimentado suficientes victorias como para saber lo difícil que es el juego
la mayoría de las veces, pero cuán fácil parece cuando las condiciones son óptimas.
Ha experimentado suficiente dolor y desaliento como para saber que unas cuantas
rondas de pérdidas no son nada divertido, que sí se pueden superar las pérdidas
y que algunas veces esa adversidad saca lo mejor de usted. ”(Bob Buford. “Medio
Tiempo”. Editorial Vida. EE.UU. 2005. Pg. 20)
Claro,
ha cometido errores. No podemos negarlo. Pero hay una nueva oportunidad, la que
Dios le ofrece para cambiar y emprender una nueva vida.
Probablemente se
encuentra en medio de una situación difícil. Enfrenta problemas con su trabajo,
con la familia o donde quiera que desenvuelva. El panorama luce desalentador.
Probablemente se siente luchando contra la corriente, totalmente
desesperanzada, como si Dios lo deja solo; sin embargo es hora de recobrar el
ánimo. Dios está a su lado.
Al
referirse al socorro de Dios, el salmista escribió: “Lo verán los oprimidos, y se gozarán. Buscad a Dios, y
vivirá vuestro corazón. Porque Jehová oye a los menesterosos, y no menosprecia
a sus prisioneros”(Salmo 69:32, 33).
En los momentos de mayor desespero, tal vez porque perdió
el empleo, porque las deudas lo agobian, porque reinan los problemas en su
hogar o tal vez porque ha roto la relación con sus hijos, es probable que
miremos todo ensombrecido a nuestro alrededor. Pero no es hora de rendirnos.
En la Biblia encontramos la promesa de que si buscamos al
Señor, El nos ayudará a salir del laberinto.
No permita que lo embargue la angustia. Hay salida. Está en Dios. Búsquelo. El
responderá a sus oraciones.
Una
barrera que solemos levantar en el momento de dirigirnos al Señor, se
fundamenta en la convicción de que aún no tenemos una buena relación con Dios.
Sin embargo es posible entrar en amistad con Dios, y más que eso, permitirle
que guíe nuestros pasos.
¿De qué manera? Pidiéndole que entre a nuestro corazón.
Es fácil. Basta con una sencilla oración que puede hacer incluso frente a su
computador, pidiéndole a Jesús que more en nuestro corazón. Puedo asegurarle
que su vida será transformada.
Hay dos recomendaciones finales. La primera, que haga de
la oración un hábito diario para que en un diálogo sincero con Dios, pueda
crecer. El está a su lado, lo comprende y quiere ayudarle. No olvide que usted
es Su hijo, por la obra redentora de Cristo. La segunda, que lea la Biblia. En la Palabra
encontrará mensajes que alentarán su vida hacia el cambio y le mostrarán cómo
caminar en el sendero del Señor. ¡Adelante, su vida no será la misma!
Si tiene alguna inquietud, no dude en escribirme a pastorfernandoalexis@gmail.com o llamarme al (0057) 317-4913705.
© Fernando Alexis Jiménez
3. Oración
familiar:
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