Perseverando hasta que ocurran los
milagros
Si hay algo que Dios valora en nuestras vidas es que perseveremos hasta el fin, y eso aplica cuando oramos por un milagro... |
1. Lectura Bíblica: Salmo 30:2, 3; 8-12
2. Meditación familiar:
Con frecuencia
me escriben con un interrogante: ¿Hasta cuándo debo orar por un milagro? Y la
respuesta invariable, como se lo escribí a Nancy Antoy, de ciudad de México, es
“Hasta que el milagro ocurra”.
Ella tiene una hija de
veintidós años, con cáncer. Pasa días y noches enteras en el hospital donde la
chica recibe tratamiento. En alguna oportunidad los especialistas le dijeron
que no siguiera anidando esperanzas, que la enfermedad había causado daños
irreversibles. Ella seguía clamando…
La joven experimentó
mejoría y no murió el día que dijeron los médicos. Por el contrario, inexplicablemente para la ciencia,
recobró fuerzas. Todos sabemos que no es otra cosa que la respuesta de Dios al
clamor de una mujer que confía que algo ilógico—proveniente de Dios—romperá
la lógica que manejan los facultativos.
Nancy encarna a
infinidad de hombres y mujeres en todo el mundo que están clamando por un
milagro y, por momentos, se sienten desanimados. ¿Deberían renunciar? Por
supuesto que no. Orar con insistencia toca las fibras más sensibles de nuestro
amado Dios. Claro, Él desea lo mejor para nosotros, pero es cuando perseveramos
que probamos la clase de fe que nos asiste, si es real o sólo motivada por una
necesidad.
El salmista David
escribió que en medio de su enfermedad clamó a Dios, y Él le escuchó (Salmo
30:2, 3). La respuesta del Señor no se dejó esperar. Eso es lo que hace nuestro
amado Dios. Responde con poder a nuestro clamor.
En el maravilloso texto,
el autor sagrado dice que clamó a Dios pidiendo su misericordia. Es evidente
que necesitaba un milagro de sanidad, y si algo deseaba él, era conservar la
vida para seguir sirviendo al Señor. Y Dios cambió su dolor en alegría al
responder con el milagro (Salmo 30:8-12)
3. Oración familiar:
“Amado
Padre celestial, deseamos ser una familia que clama hasta que los milagros
ocurran. Reconocemos que, con frecuencia, nos damos por vencidos. Deseamos ser
una familia en donde el poder de Dios se mueva de una manera extraordinaria.
Obra milagros en nuestras vidas y ayúdanos a crecer en la fe”
©
Fernando Alexis Jiménez
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