Dios desea que experimentemos transformación y disfrutemos una vida plena |
1.
Lectura Bíblica: Mateo 13:1-9
2.
Meditación familiar:
Mario detuvo
el auto a un lado de la vía. Comenzaba a amanecer sobre ciudad de México. El
espectáculo que ofrecía la transición entre la densa oscuridad y la tenue luz
que iba ganando espacio en el cielo, le pareció una escena única e irrepetible.
El efecto del alcohol había comenzado a desaparecer del todo. Había conducido
varias horas sin rumbo fijo. Era el tercer día de estar sin su familia. Laura
lo había abandonado llevándose consigo a los dos niños pequeños. ¡Estaba
destruido!
Lanzarse a una espiral sin fondo
comenzó el día que llegó una empleada nueva a la empresa. Era cristiano.
Llevaba doce años de casado y creía que ahora, cuando todo iba bien y se
avecinaba un ascenso profesional en la empresa, estaba en camino a la
realización personal. “Todo se lo debo a
Dios”, solía repetir.
Los coqueteos de la mujer al
principio le incomodaron, pero terminó por aceptarlos y sutilmente pasó de ser
fiel a su esposa, a un hombre que sentía el orgullo de ser todavía atractivo. Recuerda que salieron dos
veces a almorzar. El primer día le pareció terrible, por su condición de
creyente. En la segunda ocasión, le sonaba algo normal. En las siguientes
citas, estaba pensando si acaso no sería
la voluntad de Dios que conociera a esta joven. Satanás estaba confundiendo
su mente.
De las palabras insinuantes a los
hechos. Mario sintió vergüenza aquella noche al llegar a casa. Laura le tenía
un plato especial. La abrazó y rechazó el beso que ella quiso darle. Se sentía
culpable. Igual, en los encuentros sucesivos que tuvo con su amante, su mente
se fue cauterizando hasta que se tornó insensible.
Y ahora estaba frente al volante sin
ningún lugar a dónde ir. En casa no estaba su familia, y los amigos se habían
dispersado en cuestión de días.
Probablemente
no está separado de su cónyuge y tiene el privilegio de tener a sus hijos
cerca, pero al hacer una auto evaluación reconoce que su vida es un fracaso.
Comprendo lo que está atravesando porque de una u otra manera, todos hemos
atravesado por esos desiertos, esos momentos en los que nada parece tener
sentido, esas facetas de nuestra existencia en la que tenemos expectativa por
el futuro, esos días aciagos en los que nos preguntamos qué viene después…
¿Cómo anda su familia? Tal vez la
relación con su esposa, aquella mujer que lo conquistó en su juventud, se ha
enfriado. ¿Y el trato con los hijos? Probablemente se tornó muy distante. Lleva
tiempo sin cruzar palabra con ellos. Todo ha caído en un círculo sin fin en el
que simplemente está sobreviviendo.
¿Considera justo que su existencia
se circunscriba a trabajar, sostener una familia, descansar sábado y domingo y
retornar a la misma rutina el lunes siguiente?
¿Lo ha tentado la posibilidad de
tener una relación extra marital?¿Tal vez desea comprobase a sí mismo que
todavía puede conquistar a una mujer?¿ha estado bebiendo últimamente sólo para
pasar tiempo con los amigos?¿Siente desasosiego cuando termina la jornada
laboral y no quisiera regresar a casa?
¿Qué decir de su profesión? Tal vez
ha alcanzado una buena posición laboral y economía. ¿Le ha traído satisfacción?
Probablemente no. Anheló siempre llegar a la cúspide de la montaña, pero
comprobó que el llamado éxito no ha hecho otra cosa que dejarlo con los mismos
vacíos en su mundo interior.
El autor y motivador empresarial,
Peter Drucker, hizo una excelente reflexión cuando escribió: “Éxito no necesariamente significa alcanzar
algo que los de aquellos tiempos desconocían: logros, quizá como profesor de
una universidad, como médico… en fin, todos aquellos trabajos en los cuales a
principios de siglo no existían o eran tan pocas en número como para tener
relevancia social.”(Peter Drucker en “Medio tiempo”. Editorial Vida. EE.UU. 2005.
Pg. 13)
Éxito en aquella época de comienzos
del siglo pasado, que describe Drucker, era tener una familia sólida, ir los
domingos a la iglesia y pasar las tardes reunidos, tomando los alimentos y con
amigos. No era la lucha despiadada que vemos hoy día por llegar a la cima,
arrasando con todo y todos a nuestro paso, para descubrir que en la cumbre no
hay nada más que vacío…
Si ha tomado tiempo para evaluar su
vida, permítame felicitarlo. Es la mejor decisión que podemos tomar. No solo
hoy sino siempre. Es necesario hacer un alto en el camino y examinar cómo anda
nuestro mundo interior, la relación con el cónyuge, con los hijos y en los
escenarios donde nos desenvolvemos socialmente.
Piense por un instante que quizá
hasta hoy se ha esforzado sin tener metas específicas. ¿Qué hacer después que
se alcanza la realización profesional o se logra una pensión de jubilación?¿Qué
sigue en el camino?
Es aquí donde cobra particular
vigencia una parábola del Señor Jesús, que produjo cambios a los oyentes—en su
momento—y que ejerce un poder transformador en nuestros días:
“Más
tarde ese mismo día, Jesús salió de la casa y se sentó junto al lago. Pronto se
reunió una gran multitud alrededor de él, así que entró en una barca. Se sentó
allí y enseñó mientras la gente estaba de pie en la orilla. Contó muchas
historias en forma de parábola como la siguiente: «¡Escuchen!
Un agricultor salió a sembrar. A medida que esparcía las
semillas por el campo, algunas cayeron sobre el camino y los pájaros vinieron y
se las comieron. Otras cayeron en tierra poco profunda
con roca debajo de ella. Las semillas germinaron con rapidez porque la tierra
era poco profunda; pero pronto las plantas se
marchitaron bajo el calor del sol y, como no tenían raíces profundas, murieron.
Otras semillas cayeron entre espinos, los cuales crecieron y
ahogaron los brotes; pero otras semillas cayeron en
tierra fértil, ¡y produjeron una cosecha que fue treinta, sesenta y hasta cien
veces más numerosa de lo que se había sembrado! El que
tenga oídos para oír, que escuche y entienda».”(Mateo
13:1-9. NTV)
Sí, usted ha leído este pasaje
muchas veces. Probablemente hasta lo tiene subrayado en su Biblia. No obstante,
¿qué efecto ha producido en su vida? Por favor, lea con detenimiento las
últimas líneas de esta porción Escritural: “…pero otras semillas cayeron en tierra fértil,
¡y produjeron una cosecha que fue treinta, sesenta y hasta cien veces más
numerosa de lo que se había sembrado!”
Ah, sin duda encontró la clave del
asunto: La semilla cayó en tierra fértil y produjo fruto abundante… Una cosecha
cien veces mayor de la cantidad de semilla que se plantó…
A partir de esta reflexión tome unos
instantes para reflexionar: ¿Está dando lo
mejor de su vida en la relación con su cónyuge?¿Está dando lo mejor de su vida en la relación con
sus hijos?¿Está dando lo mejor de su vida
en la relación con Dios?¿Está dando lo
mejor de su vida en el trabajo?¿Está dando lo mejor de su vida al interactuar con otras personas?
Por favor, tómese el tiempo que
considere oportuno para evaluarse. Puedo asegurarle que es la mejor decisión
que jamás pueda tomar. No siempre lo que hacemos está bien, aun cuando nosotros
creamos que es lo mejor.
Probablemente los enfrentamientos
con su cónyuge o los roces con sus hijos ponen en evidencia que todo anda mal y
es necesario imprimir cambios en su vida. Es tiempo de hacer un alto en el
camino, reconocer que hemos fallado, admitir que no hemos dado lo mejor de
nosotros en la relación familia, en nuestra relación con Dios y en todo cuanto
hacemos…
El mejor camino para experimentar
cambios en nuestra vida y dar lo mejor de nosotros, es recibir a Jesucristo
como el Señor y Salvador de nuestra vida. Hoy es el día para que lo haga. Por
favor, tome la decisión. No se arrepentirá. Si tiene alguna inquietud,
escríbanos a webestudiosbiblicos@gmail.com
© Fernando
Alexis Jiménez
3. Oración familiar:
“Amado Dios y Padre celestial, como familia
reconocemos que es sólo con tu ayuda que experimentamos cambios. En ese proceso
es necesario reconocer que hemos fallado y que la transformación es posible, no
en nuestras fuerzas sino con tu poder y ayuda. Te pedimos que nos permitas
experimentar esa transformación personal y espiritual que tanto necesitamos. En
tus manos quedamos hoy, en esta jornada. Amén”
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