Buscar a Dios en oración los hace victoriosos |
1.
Lectura Bíblica: Santiago
4:2;
2.
Meditación familiar:
Dios me concedió el privilegio de ser
colombiano. Y como tal, me gusta el café tinto. Curiosamente, en un viaje a
Trujillo (Perú) pedí un tintico como
lo hago usualmente acá. El empleado de la cafetería se quedó mirándome, enarcó
las cejas y miró a quienes estaban conmigo: “¿Qué quiere él?”, les preguntó. Realmente no me estaba haciendo
entender.
Igual
nosotros. Tenemos claro qué necesitamos, pero al ir a Dios en oración, no somos
específicos. Pedimos generalidades, además de que consideramos que Él sólo
responde a grandes peticiones y no a cosas pequeñas.
El mayor problema que
tenemos los cristianos es que no sabemos pedir, si lo hacemos no es conforme
debiera, y si realmente eso que pedimos honra y glorifica a Dios cuando ocurre
el milagro, ocurre que no perseveramos.
El apóstol Santiago
escribió: “Desean lo que no tienen, entonces traman y hasta matan
para conseguirlo. Envidian lo que otros tienen, pero no pueden obtenerlo, por
eso luchan y les hacen la guerra para quitárselo. Sin embargo, no tienen lo que
desean porque no se lo piden a Dios.”(Santiago 4:2. NTV)
Estos pasaje que hemos
visto hasta ahora, deben llevarnos a reflexionar sobre el tipo de oraciones que
elevamos a Dios, el por qué oramos y, finalmente, el grado de respuesta que
obtenemos cuando oramos. Si tomamos tiempo para hacer una evaluación juiciosa,
sin duda nuestra vida espiritual será revolucionada; experimentará un giro de
180 grados.
Si usted analiza
cuidadosamente una pared, encontrará que salvo una estructura completa de
hormigón, los muros están compuestos de ladrillos. Muchos. Decenas. Centenas. Y
la sumatoria de estos bloques forma las paredes.
Igual nuestra vida
espiritual, más cuando caminamos en la dimensión de los milagros de Dios: Constituyen
la concatenación de un milagro más otro milagro más otro… Hasta conformar un
conjunto. Es allí cuando podemos decir: “Estoy
caminando en la dimensión de los milagros.”
El Dios en el que usted
y yo hemos creído, es un Dios que siempre, en todo momento, está con nosotros.
Por eso, la sumatoria de pequeños milagros imprime una nueva dimensión a
nuestra vida espiritual. Es confiar en Él, incluso para lo que consideramos
intrascendente.
El autor y
conferencista, Bill MacKartney, escribe: “Dios
no es un Dios a tiempo parcial. Él está allí para cualquiera que le busque de
todo corazón, mente y alma. Nada nos hará profundizar más en nuestra relación
con Dios que la oración ferviente. La oración es el regalo de Dios para
nosotros. Es el espacio donde Él nos revela una porción de su corazón. Pero
sorprendentemente, la oración es la disciplina más descuidada en la Iglesia
hoy.”(Bill MacKartney. “Siga hasta la meta”. Editorial Unilitt. EE.UU. 1996.
Pg. 23)
Dios está allí a su
lado. Conoce sus necesidades. Está atento. Espera que usted le pida lo que
necesita. Basta que usted lo haga. Es cierto, Él conoce de qué necesita, pero
espera que usted se lo diga en su propia voz, como enseñó nuestro amado
Salvador Jesucristo: “Sigue pidiendo y recibirás lo que pides; sigue buscando y
encontrarás; sigue llamando, y la puerta se te abrirá. Pues todo el que pide,
recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la
puerta.”(Mateo 7:7, 8. NTV)
Perseverancia. Esa es la clave. Insistir. No darse por
vencido. Pedir, pedir, pedir. Así sean cosas en apariencia pequeñas. Pedir.
Dios desea concedernos, pero si lo pedimos, responde. Pedir y perseverar son
esenciales (Cf. Lucas 18:1) Es nuestra manifestación de dependencia de Dios,
del Padre celestial.
Cito a la autora y
conferencista, Catherine Marshall, llama la atención al respecto cuando escribe:
“Cuando nos vemos confrontados con una
necesidad o un problema, ya se trate de una crisis grande o pequeña, si
confiamos implícitamente en que Dios es nuestro Padre, entonces acudimos a Él
como niños, contándole de la manera más sencilla y directa nuestra necesidad,
pidiéndole que nos ayude.”(Catherine Marshall. “Aventuras a través de la
oración”. Editorial Betania. EE.UU. 1975. Pg. 13)
Si quizá se ha medido
para pedirle a Dios algo, como por ejemplo que le ayude a través de alguien con
una reparación o tal vez que le provea para algo tan elemental como pagar los
servicios básicos, desde hoy va a confiar plenamente en Él y sencillamente va a
hacerlo. Pedir, perseverar y esperar. ¡Dios hará el resto!
Nuestro amado Salvador
Jesucristo enseñó a sus discípulos y a nosotros hoy, poco antes de ascender al
cielo: “Así que ahora ustedes tienen tristeza, pero
volveré a verlos; entonces se alegrarán, y nadie podrá robarles esa alegría.
Ese día, no necesitarán pedirme nada. Les digo la verdad, le pedirán
directamente al Padre, y él les concederá la petición, porque piden en mi
nombre. No lo han hecho antes. Pidan en mi nombre y recibirán y tendrán alegría
en abundancia.”(Juan
16: 22-24. NTV)
Una promesa que se hace
realidad cuando pedimos: Dios desea responder a nuestras oraciones con
milagros. No es para mañana, es para ahora, si nos atravemos a creer. El Dios
en el que hemos depositado nuestra confianza—téngalo siempre presente—es un
Dios de poder. Desde hoy: ¡Cambie su dinámica de oración!
Si tiene alguna inquietud, por favor,
no dude en escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com
o llamarnos al (0057)317-4913705
© Fernando Alexis Jiménez
3.
Oración familiar:
“Amado
Señor Jesús, como familia reconocemos que a veces renunciamos fácilmente a algo
que te hemos pedido. No perseveramos. Reconocemos que la perseverancia es clave
en el proceso de alcanzar los milagros. Oramos delante de tu presencia que nos
enseñes el valor de perseverar. Sabemos que es el paso para movernos en la
dimensión de los milagros. Amén”
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