El perdón comienza en nuestra relación familiar y se extiende a otras personas... |
1. Lectura Bíblica: Mateo 6:12
2. Meditación familiar:
Todos
hemos sido heridos en algún momento u otro, y el ofensor puede muy bien haber
sido alguien que amamos. A menudo tratamos de disimular el dolor con
comentarios como: “Está bien”, o quizá:
“No te preocupes por eso”. Sin
embargo, pareciera que no podemos vernos libres de ese penetrante aguijón. ¿Por
qué no somos capaces de olvidar?
Por el simple orgullo, y como resultado, la ofensa se convierte en mucho más de lo que deberíamos permitir. Se convierte en una cuestión de tipo personal, en vez de un error involuntario o de insensibilidad momentánea.
Otro factor por el que no perdonamos, es por la amargura. Nos volvemos resentidos cuando nos negamos a enfrentar nuestros sentimientos heridos, y dejamos que el asunto se vuelva una úlcera en nuestro corazón.
Por el simple orgullo, y como resultado, la ofensa se convierte en mucho más de lo que deberíamos permitir. Se convierte en una cuestión de tipo personal, en vez de un error involuntario o de insensibilidad momentánea.
Otro factor por el que no perdonamos, es por la amargura. Nos volvemos resentidos cuando nos negamos a enfrentar nuestros sentimientos heridos, y dejamos que el asunto se vuelva una úlcera en nuestro corazón.
Un sentimiento creciente de irritación se extiende por nuestro espíritu como una infección. Se ha dicho con razón que la amargura es como un veneno que uno prepara para otra persona, y luego se lo bebe uno mismo.
Mientras la amargura destruye silenciosamente nuestra vida, la persona que nos hirió puede permanecer completamente ignorante de nuestros sentimientos.
A veces, nuestra lucha implica un malentendido en cuanto al perdón. O, podemos quedarnos sentados esperando una disculpa que nunca llega.
Si usted ha sido herido recientemente, pídale dirección a Dios. A veces, es conveniente acercarse al ofensor y decirle: “Hiciste esto, y eso me hirió. Pero te perdono, y me niego a dejar que esto destruya nuestra relación”.
Perdonar es una decisión que nace de
lo más profundo de nuestro corazón. Una decisión en la que tenemos que
perseverar: de un lado para dejar libre a la persona que tenemos atada con el
rencor, y de otro lado, ser libres nosotros de ese sentimiento destructivo.
Perdonar aplica a nuestro cónyuge y
también a nuestros hijos, sin importar el error que hayan cometido; perdonar va
más allá de las simples palabras, es una decisión que va acompañada de hechos.
El Señor Jesús al enseñar la
maravillosa oración del Padre nuestro, citó las siguientes líneas a decir en el
tiempo devocional: “Danos
hoy el alimento que necesitamos, y perdónanos nuestros pecados,
así como hemos perdonado a los que pecan contra nosotros.”(Mateo 6:12, 13. NTV)
Usted puede perdonar. Humanamente
resulta difícil, pero no cuando nos movernos en las fuerzas y el poder de Dios.
Hoy es el día para que se decida a perdonar. Con ayuda del Señor podemos
lograrlo. Él nos ayuda en ese proceso.
Si desea compartirnos alguna
preocupación, escríbanos a webestudiosbiblicos@gmail.com
o llámenos al (0057)317-4913705
3. Oración familiar:
“Dios y Padre celestial. Tú eres nuestro ayudador en todas
las circunstancias. Nos permites cambiar, crecer y emprender siempre nuevas
metas para relacionarnos con nuestra familia y otras personas. Danos la fuerza
y el poder necesarios para perdonar a quienes nos han causado daño. En tus
manos quedamos este día. Amén”
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