Dios guarda nuestra familia si se lo permitimos. Él debe ocupar el primer lugar |
1. Lectura
Bíblica: Mateo
19:5-9; Salmo 127:1, 2
2. Meditación familiar:
Toda relación es dinámica, es decir, evoluciona. Igual
el matrimonio. Como pareja, enfrentamos momentos difíciles pero también otros
de suma satisfacción. El secreto radica en tener equilibrio. Recuerde que hay
por lo menos siete etapas en el matrimonio que podríamos describir de la
siguiente manera: El matrimonio ideal (lo que soñamos); del matrimonio ideal al
matrimonio real (lo que de verdad ocurre); del matrimonio real al desaliento
(surgen problemas sin resolver); del desaliento al distanciamiento de la pareja
(las relaciones se fracturan), y del distanciamiento a la desconexión emocional
y física (Lo grave: el eventual divorcio).
Ahora, situémonos en la escena del distanciamiento que
hay en una pareja como consecuencia de las dificultades. Surge una primera
posibilidad: el divorcio. Al respecto el Señor Jesús enseñó: “Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su
madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo”. Como ya no
son dos sino uno, que nadie separe lo que Dios ha unido. Entonces —preguntaron—, ¿por qué dice Moisés
en la ley que un hombre podría darle a su esposa un aviso de divorcio por
escrito y despedirla? Jesús contestó: —Moisés permitió el divorcio solo como
una concesión ante la dureza del corazón de ustedes, pero no fue la intención
original de Dios. Y les digo lo siguiente: el que se divorcia de su
esposa y se casa con otra comete adulterio, a menos que la esposa le haya sido
infiel.”(Mateo 19:5-9. NTV)
Un segundo escenario, cuando hay
crisis en la relación de pareja, es el distanciamiento emocional puede dar lugar
al adulterio, que tiene muchas formas de materializarse (Mateo 5:27, 28)
Es importante tomar conciencia de la necesidad que
tenemos de dos cosas: la primera, cuidar la relación al interior del matrimonio
y la segunda, involucrar a Dios en nuestro hogar. Son aspectos fundamentales.
Dentro de las tareas que nos asisten de velar por
nuestro hogar, es importante que periódicamente hagamos un alto en el camino
para determinar al menos cuatro aspectos fundamentales:
a. Es
necesario evaluar cómo anda nuestro matrimonio
b. Es
necesario evaluar qué errores hemos cometido
c. Es
necesario evaluar qué correctivos se pueden aplicar
d. Es
necesario evaluar qué fortalezas de la relación podemos aprovechar
Si no lo hacemos, lo más probable es que los
conflictos lleguen a ser mayores y un matrimonio que pudo ser estable, amenace
con naufragar.
¿Estamos solos en el proceso? Sin duda que no, porque
Dios nos acompaña. Recuerde que el salmista escribió: “Si
el Señor no construye la casa, el trabajo de
los constructores es una pérdida de tiempo. Si el Señor no protege la ciudad, protegerla con
guardias no sirve para nada. Es inútil que te esfuerces tanto, desde la mañana
temprano hasta tarde en la noche, y te preocupes por conseguir alimento; porque
Dios da descanso a sus amados.”(Salmo 127:1, 2. NTV)
Dios no nos dejará solos en la tarea de salvar el
hogar. No obstante aquí hay que recabar en la necesidad de concederle al Señor
el primer lugar. Dios debe reinar en nuestra familia, eso es claro y no podemos
perder el horizonte.
Bajo ninguna circunstancia podemos
descuidar la familia (Cf. Proverbios 24:30-34) ¿Por qué razón? Porque es una
bendición del Señor que podemos perder si dejamos que los conflictos se
produzcan sin buscar soluciones.
Un matrimonio sano contribuye a que los
cónyuges disfruten más y mejor la vida, tengan expectativas de vida más
prolongadas, sufran menos enfermedades, tengan menos problemas de salud mental
y se alimenten mejor.
Ahora, si hay problemas, los directamente
afectados son nuestros hijos. Tenga presente que, cuando hay conflictos o
crisis en el matrimonio, ellos llevan la peor parte.
Los especialistas aseguran que se generan
algunas de las siguientes situaciones: Los hijos no tienen modelos apropiados a seguir; son
inestables emocionalmente; no queman adecuadamente todas las etapas de su evolución
de adolescentes a jóvenes; enfrentan menos oportunidades de progresar; quedan
expuestos a dificultades en las relaciones interpersonales; se exponen a a
mayores comportamientos de riesgo y, de paso, se enredan en amistades
peligrosas.
Otro elemento es que tienden a tener
matrimonios que repiten el patrón de inestabilidad en las relaciones y
presentan—por lo general--, bajo rendimiento escolar
Nuestra responsabilidad en el matrimonio es
cuidar de nuestros hijos (Salmo 127:3-5). Abrir puertas al divorcio es una
actitud egoísta con los hijos porque resolvemos nuestros problemas, pero les
generamos dificultades a ellos, problemas que por supuesto los traumatizan y
permanecen en el tiempo, marcándolos de por vida.
La meta. Dios debe reinar en nuestra
familia y hoy es el día para abrirle las puertas al Señor Jesús, para que ocupe
el lugar que le corresponde en nuestro hogar.
Si tiene alguna inquietud, no dude en
escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com
o llamarnos al 0057-317-4913705
© Fernando Alexis Jiménez
3. Oración familiar:
“Amado
Dios, como familia deseamos crecer. Oramos delante de tu presencia que nos
concedas la sabiduría necesaria para experimentar unidad aún en medio de las
diferencias. Danos la humildad necesaria para perdonar a quien nos ofendió, y a
ser lo suficientemente sabios para identificar en qué estamos fallando y qué
correctivos debemos imprimir a nuestra vida. Amén ”
¿Tienen
usted y su familia una conciencia limpia? http://altarfamiliar.wordpress.com/2013/08/15/una-familia-con-una-conciencia-limpia/
¿Desea ser prosperado? Dios nos abre las
puertas para lograrlo http://devocionalesdiarios.wordpress.com/2013/08/15/dios-nos-abre-puertas-a-la-prosperidad/
Dios siempre nos
enseña algo a través de las pruebas http://eldevocionaldehoy.blogspot.com/2013/08/en-medio-de-las-pruebas-dios-nos-ensena.html
¿Está luchando junto con su familia para
materializar sus sueños? http://elaltarfamiliar.blogspot.com/2013/08/podemos-como-familia-alcanzar-nuestros.html
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