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Secretos que desencadenan el poder de Dios


Conozca secretos para una oración eficaz


1. Lectura Bíblica: Hechos 12:1-12

2. Meditación familiar:

Todos anhelamos que al orar se desencadene el poder divino, aquél poder que hace posible lo imposible, que rompe todo esquema, que no se sujeta a ninguna lógica y que nos lleva a caminar en la dimensión sobrenatural.
Si le buscamos de corazón, con sinceridad, rindiendo nuestro corazón, Dios responde. Es aquí donde cabe recordar de nuevo las sabias palabras del evangelista, Reuben Archer Torrey: “La oración que tiene poder es la oración que se ofrece a Dios. Muchas de las oraciones tanto públicas como privadas, no se dirigen a Dios. Para que una oración sea dirigida realmente hacia Dios, debe haber un acercamiento consciente a Él cuando oramos; debemos tener un concepto vívido y definido de que Dios está inclinado con su oído escuchándonos mientras oramos.”(R.A. Torrey. “Cómo orar”. Editorial Peniel. Buenos Aires, Argentina. 2006. Pg. 28)
Dios está ahí, cuando doblamos rodilla en Su Presencia. Nos escucha. Desea responder a nuestro clamor. Basta que las oraciones reconozcan que Él es quien lo puede todo, y que en nuestras fuerzas, siempre llegamos a un callejón sin salida, donde difícilmente podemos cambiar humanamente lo que sólo desde la dimensión espiritual—aquella donde encontramos a Dios—puede producirse.

A partir de lo que describe el libro de Los Hechos en el capítulo 12, encontraremos al menos
secretos de una oración eficaz que comparto hoy con usted:
¿Quién puede resolvernos los problemas o transformar las circunstancias y aún personas sino el Dios en el que hemos creído? Es cierto, nuestra fe se ve confrontada y probada en muchas circunstancias, pero cualquiera sea la situación, siempre deberemos confiar en Aquél que hace posible lo imposible.
El pasaje describe que durante el reinado de Herodes Agripa se liberó una persecución inmisericorde contra los cristianos. Al ver que esas arbitrariedades agradaban a los judíos, ordenó la muerte de Santiago—el hermano de Juan—y el encarcelamiento del apóstol Pedro. Lo llevaron hasta el lugar más profundo de la mazmorra.
¿Qué podían hacer los cristianos? No tenían poder en el gobierno, enfrentaban la animadversión de gran cantidad de judíos y, además, uno de sus líderes más sobresalientes estaba encadenado en una fría celda, a la espera de ser juzgado en escarnio público.
Los creyentes en el Señor Jesús hicieron lo que usted y yo debemos hacer hoy: Orar. Dice el pasaje Escritural: “Pero, mientras Pedro estaba en la cárcel, la iglesia oraba fervientemente por él.”(Hechos 12:5. NTV)
Si usted dice creer en Dios, es Dios quien debe ocupar el centro de su existencia y a quien debe recurrir en toda circunstancia. No tiene por qué buscar en otro lugar lo que sólo Dios puede proveerle: Un poder sin límites.
Al principio, con una inmisericorde persecución y Pedro en la cárcel, pudo embargarlos el desaliento, pero se volcaron a orar. No dejaron de hacerlo en ningún momento, como explica el texto al señalar que el centro de reunión de los creyentes estaba avivado en oración: “... la casa de María, la madre de Juan Marcos, donde muchos se habían reunido para orar.”(Hechos 12:12. NTV)
El conferencista y autor, Nick Vujicic, nos alienta con las siguientes palabras: “Una de las mejores maneras que he encontrado para mantener mi fe cuando nuestras oraciones no reciben respuesta es acercándome a otros... En mi caso, y en el de mis compañeros cristianos, la salvación yace en la relación que tenemos con Dios y en la confianza que depositamos en Su amor y sabiduría.”(Nick Vujicic. “Una vida sin límites”. Editorial CEBGE. Colombia. 2013. Pg., 53)
Los creyentes debemos mantener la unidad cuando oramos. Los cristianos del primer siglo lo hicieron así cuando procuraban la libertad del apóstol Pedro. Estaban bajo un mismo techo en clamor. ¿Cuándo fue la última vez que usted asistió a una vigilia de oración?¿Asiste acaso a los ayunos congregacionales, donde se ora en unidad, o quizá dejó de hacerlo?
El Señor Jesús enfatizó en la necesidad de orar en unidad: También les digo lo siguiente: si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra con respecto a cualquier cosa que pidan, mi Padre que está en el cielo la hará.”(Mateo 18:19. NTV)
Probablemente usted está necesitando un milagro de Dios. Debe orar. Es el camino, el más indicado. Y en segundo lugar, confiar esa petición de oración a otros creyentes.
Como consecuencia de la oración, lo que parecía imposible, se produjo. Leemos en las Escrituras que: La noche antes de ser sometido a juicio, Pedro dormía sujetado con dos cadenas entre dos soldados. Otros hacían guardia junto a la puerta de la prisión. De repente, una luz intensa iluminó la celda y un ángel del Señor se puso frente a Pedro. El ángel lo golpeó en el costado para despertarlo y le dijo: «¡Rápido! ¡Levántate!». Y las cadenas cayeron de sus muñecas. Después, el ángel le dijo: «Vístete y ponte tus sandalias». Pedro lo hizo, y el ángel le ordenó: «Ahora ponte tu abrigo y sígueme».”(Hechos 12:6-8. NTV)
Me asiste la firme convicción—y usted mismo lo comprobará—que una vida de oración puede producir transformación en su existencia, en la de personas que le rodean y en la sociedad en la que se desenvuelve. Basta que tenga en cuenta los sencillos principios que hemos compartido hoy. Puedo asegurarle que su vida de oración será dinámica, y como consecuencia, verá que lo imposible se hace posible.
Si aún no ha recibido a Jesucristo como señor y Salvador, hoy es el día para que lo haga porque prendidos de la mano del Señor Jesús emprendemos el maravilloso camino hacia el crecimiento personal y espiritual que tanto hemos anhelado. Si tiene alguna inquietud, por favor no dude en escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com
© Fernando Alexis Jiménez

3. Oración familiar:

“Hoy nos presentamos delante de ti, mi amado Señor, para agradecerte que nos tienes con salud a todos los que componemos esta familia. Te damos gracias porque siempre, en medio de las dificultades, nos ayudas a encontrar la salida. Te pedimos que nos mantengas unidos siempre, que alejes de nosotros toda tentación que pueda poner en peligro el hogar, y que si nos asalta el desánimo, nos levantes en victoria. Quedamos en tus manos. Amén”

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