1.
Lectura Bíblica: Proverbios
22:6
2.
Meditación familiar:
No robar. Dos palabras que se quedaron grabadas
para siempre en su corazón. Las repetía su padre cuando llegaba cansado, muy
tarde en la noche, después de una ardua jornada en la bodega de medicamentos en
la que había invertido buena parte de su vida. No robar. Él había sido tentado
muchas veces para sacar ventajas de los inventarios, pero permanecía fiel a ese
principio.
‘‘Aun
cuando me despidan de mi trabajo, no dejaré de ser honesto’’, repetía como
un disco rayado, rumiando en su propia convicción, como si quisiera reafirmarse
en ella una y otra vez cuando venía la tentación de fallar.
Ahora Roberto estaba poniendo en práctica ese fundamento de vida. Trabajaba como contador de una empresa transportadora, y al menos dos veces en menos de un año, se vio tentado de alterar unos formatos de despacho de mercancía como le sugería su inmediato superior. ‘‘Te ganarás unos pesos de más, que a nadie le sobran’’, le dijo sonriendo para enfatizar su mensaje.
Miró a través de la ventana. Estaba comenzando a
caer una lluvia pertinaz. ‘‘No voy a
ceder ahora. Aun cuando necesite el dinero, no voy a hacerlo’’, murmuró
mientras recordaba a su padre en la enorme sala de estar de su vieja casa, a
las afueras de ciudad de México. No robar. Un principio de vida al que no renunciaría…
El
mejor reforzamiento de las enseñanzas que impartimos a nuestros hijos, es con el ejemplo. Los padres
trazamos pautas al interior de la familia, pero estos patrones deben ir
acompañados de acciones concretas. Un expert en procesos de enseñanza a la
infancia anotó que:
‘‘Es importante que los hijos vean a sus
padres cumpliendo con gusto sus deberes. Si los ven leyendo—por
ejemplo—asimilarán más fácil la importancia de leer. O quizá pagando las
cuentas, o llegando temprano a casa. No podemos olvidar que tanto los buenos
como los malos hábitos, son algo que ellos, los niños, interiorizan.’’ (Diario colombiano El País.01/17/2012)
Es importante que nuestras palabras y –en
particular las normas—vayan de la mano con ejemplo. Es el primer paso para sembrar
en nuestros hijos principios y valores que les acompañen por encima del paso de
los años. Las circunstancias no los moverán de aquellos cimientos sobre los que
son edificados.
‘‘Aunque
me vi tentado, no cedí. Sabía que tenía la oportunidad como otros chicos, de
irse a la cama con su novia. Sin embargo, recordé el valor de una mujer, como
ser humano. Quizá no me entiendan, pero fue lo más correcto en esas
circunstancias’’. Con estas sencillas palabras, Juan Carlos, un estudiante
universitario, explicó el por qué no se dejó arrastrar por las emociones del
momento. Tuvo presente las enseñanzas cristianas que por años le impartieron
sus padres.
La cimentación en principios y valores comienza
en casa. La responsabilidad que pesa sobre nuestros hombros es enorme y no la
podemos eludir. Recuerde que usted y yo responderemos ante Dios por la crianza
de nuestros hijos. Sobre esa base, cobra hoy más que nunca vigencia la
instrucción del Rey Salomón: ‘‘Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se
apartará de él…. ’’ (Proverbios
22:6)
El hogar que Dios nos ha concedido constituye
una enorme responsabilidad que haríamos bien en cuidar de manera permanente,
evaluando si estamos cometiendo errores para corregirlos con ayuda de Dios. El
proceso no es fácil pero con ayuda del Señor podemos lograrlo. Recuerde: Todos
los principios que usted vivencia hoy son la consecuencia de lo que aprendió
por años. ¡Son buenos? Si es así, verifique qué principios está sembrando en
sus hijos.
Ah, y por nada del mundo deje de enseñarles del
buen Dios en el que hemos creído, y que nos lleva siempre de victoria en
victoria…
3.
Meditación familiar:
“Amado
Padre celestial, somos una familia que procura vivir conforme a Tu voluntad. Y
sabemos que una forma de hacerlo es aplicando principios y valores, los que nos
ayudan a cimentar una vida de realización plena. Te pedimos sabiduría para que,
como padres, nos ayudes a formar a nuestros hijos en sanos principios tomados
de la Biblia. Amén”
© Fernando Alexis Jiménez
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