¿Quién nos asegura autoridad
espiritual sobre las tinieblas?
Si queremos ser eficaces en la guerra
espiritual, es fundamental que pasemos
tiempo en oracióm
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Fernando Alexis Jiménez
El
día que Laura dijo que, según la Biblia, los cristianos tenían autoridad sobre
el mundo de las tinieblas, su compañera del grupo de oración la llamó aparte y
la invitó a no seguir hablando de esos temas. “No podemos creer lo que andan diciendo muchos por ahí—le explicó--.
Nuestra denominación no anda persiguiendo
demonios, así es que no te metas en esa dirección”
Dos días
después la llamó el pastor. Su voz sonaba ceremoniosa, excesivamente lenta,
como midiendo cada una de sus palabras. “Leonor,
creo que lo mejor es que deje de estar leyendo esos libros que me han dicho,
consulta con frecuencia, y de ver tanto programa de televisión orientado por
fanáticos”, le dijo.
Sin embargo,
cada vez que iba a la Biblia se encontraba con un tema recurrente: la
liberación de los endemoniados y la sanidad de los enfermos. Subrayó en su
ejemplar de las Escrituras todas las escrituras que hablaban sobre el
particular. Día a día se iba convenciendo más.
Y su gran
oportunidad vino cuando visitó a una vecina en el hospital. La mujer estaba
gravemente enferma. Había consultado médicos y como no lograron identificarle
una dolencia específica, fue donde un brujo que le recomendó unas aguas de
colores, envasadas en botellas de cristal. Leonor oró por ella y, horas después,
el médico le dio de alta.
Cierto día
cuando enseguida de su apartamento se libraba una batalla campal en una pareja
de jóvenes esposos, ella oró desde su habitación y pronto la calma reinó entre
los vecinos.
¡Comprobó la
realidad de la autoridad espiritual! Y la sigue poniendo en práctica. Hoy forma
parte de un ministerio de oración, intercesión y liberación. ¡Dios responde con
poder a su clamor!
¿Estás ejerciendo la autoridad de Cristo en su vida?
La batalla
contra el mundo de las tinieblas es real. No es una invención evangélica sino
tangible. La podemos apreciar en todo cuanto ocurre. Y el propósito de Satanás
y de sus huestes es generar ataques permanentes contra los creyentes (1 Pedro
5:8).
Un
reconocido teólogo, el doctor Scofield, asegura que “Después
de la caída del hombre, Satanás comenzó su larga lucha contra la obra que Dios
realiza a favor de la humanidad, lucha que aún continúa en nuestros
días…”(Biblia Anotada de Estudio Scofield. Publicaciones Españolas. 1994. Nota
a Apocalipsis 20:10. Pg. 1307)
Ahora, ¿qué
debemos hacer? Ni siquiera pensar en asumir una posición pasiva, sino activa,
confrontando al mundo diabólico (Cf. Santiago 4:7). Y para lograrlo
eficazmente, debemos hacer acopio de nuestra autoridad espiritual.
Nuestra autoridad y poder espiritual
provienen de Dios...
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Le invito
para que leamos un pasaje revelador del Evangelio cuando un nutrido grupo de
discípulos de Jesús regresaban tras cumplir su misión: “Cuando
los setenta y dos discípulos regresaron, le informaron llenos de alegría: —¡Señor, hasta los demonios nos obedecen cuando usamos tu nombre!
—Sí —les dijo—. Vi a Satanás caer del cielo
como un rayo. Miren,
les he dado autoridad sobre todos los poderes del enemigo; pueden caminar entre
serpientes y escorpiones y aplastarlos. Nada les hará daño.”(Lucas
10:17-19. Nueva Traducción Viviente)
Los servidores del amado
Maestro estaban felices de conmover el mundo de las tinieblas en el Nombre de
Jesús. Y Él les advirtió que mientras que ellos estaban predicando, Satanás
estaba librando contra ellos, tremendos ataques.
Igual con usted y
conmigo como guerreros espirituales. Enfrentamos ataques del mundo de las
tinieblas. No es algo esporádico sino permanente; esa es la razón por la que
debemos mantenernos en intimidad con Dios en oración.
Un segundo aspecto relevante:
Jesús les dijo que ellos—y por ende nosotros hoy—tenemos autoridad espiritual
para confrontar y vencer sobre el mundo de las tinieblas. Es algo maravilloso
porque el poder divino está con nosotros.
¿Autoridad de Dios o de los hombres?
Curiosamente los
primeros cristianos dependían enteramente de Cristo en el desarrollo de su
ministerio; hoy, dependemos de los títulos y de la experiencia que se deriva de
los libros. El problema radica en que el conocimiento intelectual no tiene
poder contra el mundo de las tinieblas sino la autoridad que se deriva
de nuestra dependencia del Señor Jesús. Él es quien nos asegura la victoria en
la lucha contra Satanás y sus huestes.
En usted hay autoridad.
Usted fue concebido para vencer sobre las tinieblas y como tal, debe moverse:
prendido de la mano de Cristo porque Él es quien nos concede el poder.
¿Y cómo expulsamos los
demonios? No hay un Manual específico que –como si fuera el vademécum de un
médico—nos diga qué hacer en cada caso. No. Usted y yo expulsamos los demonios
en el Nombre de Jesucristo: “Cierto día, cuando íbamos al lugar de oración, nos encontramos con
una joven esclava que estaba poseída por un demonio. Era una adivina que ganaba
mucho dinero para sus amos. Ella
seguía a Pablo y también al resto de nosotros, gritando: «Estos hombres son
siervos del Dios Altísimo y han venido para decirles cómo ser salvos». Esto mismo sucedió día tras día hasta que Pablo se exasperó de tal
manera que se dio la vuelta y le dijo al demonio que estaba dentro de la joven:
«Te ordeno, en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella». Y al instante el
demonio la dejó.”(Hechos 16:16-18. Nueva Traducción Viviente)
Observe que tras la
aparente buena y oportuna confesión
del demonio sobre el poder que asistía a los discípulos, se escondía la
oposición del mundo de las tinieblas. Y Pablo lo entendió. Y en el Nombre de
Jesucristo, sin hacer mayor espaviento, echó fuera la entidad demoníaca que
estaba en la joven.
Si usted tiene que hacer
ruido y gritería procurando que un demonio deje libre a una persona, es porque no
tiene o no está ejerciendo la autoridad de Cristo en su vida. Recuerde
que estamos enfrentando un mundo de maldad bien articulado, y por tal motivo,
es esencial que tengamos y ejerzamos la autoridad (Lucas 11:18, 19)
Tenga presente que cuando
militamos como guerreros espirituales, enfrentamos los ataques de nuestro
adversario espiritual (Lucas 11:18; Cf.
Efesios 2:2; Juan 14:30). No obstante tenemos asegurada la victoria porque en
Cristo tenemos autoridad espiritual (Lucas 10:19), para enfrentar y vencer
sobre el mundo de las tinieblas así como para ser protegidos de sus ataques.
Enfrentando la oposición
Ejercer la autoridad de
Cristo, nuestro amado Señor y Salvador, nos enfrentará a la oposición incluso
de quienes aseguran creer en Dios. ¿Recuerda al Señor Jesús? Las autoridades
religiosas de su época lo acusaban, y cuestionaban su autoridad espiritual: “Mientras Jesús caminaba por la zona del templo,
los principales sacerdotes, los maestros de la ley religiosa y los ancianos se
le acercaron. —¿Con qué autoridad haces todas estas cosas? —le reclamaron—.
¿Quién te dio el derecho de hacerlas?... ”(Marcos 11:27-33. Nueva Traducción
Viviente)
¿Enfrenta oposición?¿Le
critican por estar inmerso en la oración, intercesión y guerra espiritual? Es
previsible. No se sorprenda: Los guerreros espirituales se someten a sus
pastores y autoridades de la iglesia, pero al mismo tiempo: son sensibles a la
voz de Dios para librar las batallas.
A nuestro amado
Salvador, el ejercer su autoridad divina, le llevó a enfrentar las trampas de
los líderes religiosos de la época (Cf. Marcos 12:13-17), pero Él seguía firme
en su ministerio. Él fue enfático en decir que su autoridad—como la que nos
confirió a usted y a mí—proviene del Padre celestial: “Jesús
se acercó y dijo a sus discípulos: «Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra.”(Mateo
28:18)
No se desanime si lo
atacan. Recuerde que tales ataques provienen del mundo de las tinieblas que
utiliza instrumentos humanos para poner tropiezo contra el ministerio que el
Señor Jesús nos ha llamado a desarrollar.
¿Cómo mantenemos esa
autoridad de Cristo en nosotros? Nuestra autoridad se fundamenta en caminar de
la mano del Señor Jesucristo (Juan 15:5) y la autoridad permanece en la medida
en que permanecemos prendidos de la mano de Cristo.
La conferencista y
autora internacional, Doris Wagner señala que “En mi experiencia, he encontrado demonios de duda e incredulidad y,
aunque parezca mentira, están ligados frecuentemente a espíritus religiosos
tales como de legalismo, de idolatría, de religiones falsas y masonería… La
incredulidad realmente limita lo que Jesús quiere hacer…” (Doris Wagner. “Cómo
ministrar liberación”. Editorial Peniel. Argentina. 2005. Pg. 23)
El enemigo querrá
robarle autoridad mediante la incredulidad; sin embargo, no ceda a la
tentación. Tenga la firme convicción de que la autoridad de Cristo está en su vida.
Estamos llamados a
vencer. Tenga presente –en todo momento—que como los primeros discípulos, los guerreros
espirituales predican el Evangelio, ministran sanidad a los enfermos y
liberación a los cautivos espirituales (Mateo 10:5-8).
No renuncie a su papel protagónico en la guerra espiritual
Cada cristiano tiene un
papel protagónico en la extensión del Reino de Dios, que debe asumir. No
podemos eludir esa encomienda. No obstante, sabemos que es una tarea que
enfrentará oposición del mundo de las tinieblas.
Ante los ataques
permanentes, de los que debemos ser conscientes, es necesario que estemos dispuestos
a resistir el avance de Satanás y sus huestes. Lo hacemos en nuestra condición
de guerreros espirituales, que caminan diariamente prendidos de la mano del
Señor Jesús.
Si libramos eficazmente la
batalla contra el reino de las tinieblas es gracias a la autoridad que nos dio
el Señor Jesús (Marcos 6:7), y como discípulos del Señor Jesús cumplimos la misión
de destruir las obras del diablo (1 Juan 3: 8)
A propósito, ¿Ya recibió
a Jesucristo como su Señor y Salvador? Lo digo porque quizá llegó a esta página
apenas hoy y tiene inquietud. Lo animo ha abrirle las puertas de su corazón.
Puedo asegurarle que tener a Cristo en nuestra existencia, es la mejor decisión
que podemos tomar porque emprendemos un nuevo camino en nuestra vida personal y
espiritual.
Si tiene alguna
inquietud, por favor, no dude en escribirme a pastorfernandoalexis@gmail.com
o llamarme a (0057)317-4913705.
© Fernando Alexis Jiménez
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