¿Desea cambiar su forma de ser y no sabe cómo?
Fernando Alexis Jiménez
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Frustración? ¿Usted se refiere a la frustración de quien no ha avanzado en su vida
cristiana? Pues si sabe de qué le estoy hablando, comprenderá cuál fue la
sensación que embargó a Carlos Alberto el día que chocó su auto con el camión
distribuidor de leche de la pequeña ciudad en la que reside. ¿Qué sintió?
Angustia. En cuestión de segundos calculó el costo del arreglo del vehículo,
las restricciones que deberían hacer al presupuesto, las críticas de su esposa
y –de paso—las burlas de sus compañeros de trabajo. Varios elementos que
convergían en uno solo.
Sólo el poder transformador de
Jesucristo nos ayuda en el proceso
de cambiar...
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Ahora, ¿Por qué vino la frustración a este joven
comerciante? Porque reacciono con rabia. En cuestión de segundos salió de su
carro y se abalanzó sobre el conductor del otro automotor. Fueron muchas
emociones encontradas al mismo tiempo. Le grito, le dijo irresponsable, dejó
escapar una palabra fea, y finalmente, se dejó caer en la acera vencido, como el
guerrero que agotó sus fuerzas y descubre que la batalla esta en el punto más
alto.
Se preguntó por qué no lograba cambiar, si los
mensajes del pastor cada domingo y las enseñanzas en el grupo de estudio
bíblico entre semana, resultaban edificantes. Incluso, lo animaban. ¿Por qué
ahora reaccionaba de esa manera?
Cuando usted ve todo en perspectiva, comprende
por qué la frustración estaba asaltando las puertas de Carlos Alberto y lo
llevó a pensar, no una sino varias veces, que no valía la pena seguir adelante
en su vida cristiana.
Si
es que soy nueva creatura de Dios, ¿por qué se me dificulta cambiar?
Cuando abrimos las puertas de nuestro corazón al
Señor Jesucristo emprendemos una nueva vida. Dios sepulta nuestra maldad y
arroja nuestros pecados a lo profundo del mar (Cf. Miqueas 7:18, 19)
A partir de ese momento, el pasado de iniquidad
se borra para abrir paso a una existencia renovada, como enseña el apóstol
Pablo: “De modo que si alguno está en Cristo, ya
es una nueva creación; atrás ha quedado lo viejo: ¡Ahora ya todo es nuevo!”(2
Corintios 5.17. Reina Valera Contemporánea)
¿Qué ocurre entonces? ¿Por qué seguimos pecando?
¿A qué se debe que tome ventaja la naturaleza inclinada al mal que pareciera
permanece latente en nuestro ser?
El asunto es sencillo: cuando recibimos al Señor
Jesús como Señor y Salvador, Él perdona nuestros pecados y nos presenta santos,
justos y agradables delante de Dios el Padre. No obstante, nuestro inclinación
a la maldad y al pecado, permanecen.
Al respecto el propio Pablo escribió: “Ciertamente, para Dios somos el aroma fragante de
Cristo, tanto en los que se salvan como en los que se pierden”(2 Corintios
2:15. Reina Valera Contemporánea)
Dios nos ve perfectos. Esto es fruto de la obra
redentora de nuestro amado Salvador Jesucristo. No obstante, en nuestro mundo
interior batallamos con la vieja naturaleza, que quiere ganar ventaja apenas le
damos espacio.
A esto se suma nuestro Adversario Satanás, que
no desaprovecha ocasión para tendernos trampas procurando que caigamos en
inmoralidad, desánimo o cualquier emoción negativa que afecta nuestra esfera
espiritual.
¿Por
qué hacemos aquello que no queremos?
Con ayuda del Señor Jesucristo emprendemos
el crecimiento personal y espiritual que
tanto anhelamos...
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Desde que nuestra naturaleza humana sigue
librando una intensa lucha en nuestro ser, con frecuencia es probable que nos
inclinemos a hacer aquello que no queremos. Somos conscientes de que no es
bueno para nosotros ni para quienes nos rodean.
El apóstol Pablo, el gigante de la fe, aquél que
llevó millares de personas en todo el mundo a los pies de Cristo, igual que usted
y yo enfrentó esa situación como lo relata en la carta que dirigió a los
creyentes de Roma: “No entiendo lo que me pasa, pues no hago
lo que quiero, sino lo que aborrezco. De modo que no soy yo quien hace aquello,
sino el pecado que habita en mí.”(Romanos 7:15, 17. Reina Valera Contemporánea)
En otra carta, la que escribió a los creyentes
de Galacia, explicó el asunto con más detalle: “Porque
el deseo de la carne se opone al Espíritu, y el del Espíritu se opone a la
carne; y éstos se oponen entre sí para que ustedes no lleguen a hacer lo que
quisieran hacer.”(Gálatas 5:17. Reina
Valera Contemporánea)
Jamás olvide que estamos batallando
constantemente con nuestra naturaleza humana, la que nos inclina al pecado. Una
vez caemos en un comportamiento pecaminoso, y estando en nuestra condición de
cristianos, enfrentamos una profunda
crisis de conciencia.
Si usted experimentó alguna vez momentos así,
podrá comprender a qué me refiero; incluso, es probable que aún esté
atravesando por momentos difíciles.
Ante
todo el crecimiento es un proceso
Nadie cambia ni experimenta crecimiento personal
y espiritual de la noche a la mañana. Es fruto de un proceso.
El apóstol Pablo describió el la transformación
en los siguientes términos: “No es que ya lo
haya alcanzado, ni que ya sea perfecto, sino que sigo adelante, por ver si
logro alcanzar aquello para lo cual fui también alcanzado por Cristo Jesús.
Hermanos, yo mismo no pretende haberlo alcanzado ya; pero una cosa sí hago: me
olvido ciertamente de lo que ha quedado atrás, y me extiendo hacia lo que está
adelante; ¡prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en
Cristo Jesús!”(Filipenses 3:12-14. Reina Valera Contemporánea)
Aun cuando a veces enfrentemos reveses en
nuestro caminar con Cristo, es necesario perseverar. Dar pasos adelante, con
ayuda del Señor Jesucristo.
Recuerde que nuestro Adversario, Satanás, quiere
que usted no de pasos significativos en su vida personal y espiritual, con
ayuda del Señor Jesucristo. Él desea verlo caer y no podemos permitirlo. Sólo
logramos vencer cuando caminamos de la mano del Hijo de Dios. ¡Usted está
llamado a vencer!
Si tiene alguna inquietud, por favor, no dude en
escribirme a pastorfernandoalexis@gmail.com
o llamarme al (0057)317-4913705.
© Fernando
Alexis Jiménez - Síganos en www.guerraespiritual.org
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