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¿Cómo manejar bien su economía?

¿Cómo manejar bien su economía?

Fernando Alexis Jiménez

C
uando hurgó sus bolsillos—primero con curiosidad y luego con desesperación--, Roberto descubrió que apenas tenía unas monedas, y luego se dirigió, febril, hacia el interior de su billetera en la que únicamente encontró los documentos de identidad y unas cuantas tarjetas de presentación. "Dios mío, otra vez me quedé sin dinero", murmuró.

Llevaba varios meses en la misma situación. Un ciclo que parecía interminable. Su fuerza de voluntad se mantenía firme en un trayecto no mayor de doscientos metros: desde que salía del banco, después de cobrar su quincena, hasta que pasaba frente a la vitrina de un almacén, una librería, un restaurante o una venta de "saldos".

Obtenía cosas que no necesitaba, simplemente porque tenían un rótulo de colores que decía: "Rebajas". Muchas veces se encontró echando la basura aquello que cuatro meses antes parecía novedoso y que descubrió, no tenía mucha utilidad en su hogar.

El común denominador era que, pasados dos días—a lo sumo-- después de recibir su salario quincenal, se quedaba sin un peso y luego se veía asimismo frente al calendario de pared que fijó en su oficina, auscultando qué día era y deseando en lo más profundo de su ser, que llegaran el 15 o el 30.

"Jamás podré salir de esta crisis", se repitió mientas sacaba, furtivamente, como si alguien estuviera mirándolo y estuviera a las puertas de asestarle un regaño, la tarjeta de crédito para realizar un avance de dinero y cubrir lo que le faltaba.

¿Qué plantea la ciencia?

Sólo con ayuda de Dios
podemos lograr un buen manejo de
nuestra economía
Al referirse a los fenómenos de los compradores compulsivos, aún a costa de que su inclinación les lleve a endeudarse para después lamentarse por las decisiones erradas, los científicos aseguran que es un comportamiento con origen en las hormonas.

Sicólogos de la Universidad de Hertfordshire, en Inglaterra, descubrieron que muchas personas—especialmente mujeres—compran y compran, dando rienda suelta a un deseo que consideran irrefrenable, para después sentirse culpables de lo que hicieron.

Por ejemplo, las conclusiones del análisis realizado entre 443 mujeres con edades que oscilan de los 18 a 50 años para identificar sus hábitos de compras y que fueron presentadas en la conferencia de la Sociedad Sicológica Británica, revela que cerca del 65% admitieron haber gastado compulsivamente cuando atravesaban las últimas etapas de su ciclo menstrual.

El 55% dijeron haber gastado alrededor de 40 dólares, y un número reducido aunque no menos significativo, reconocieron que dispararon sus adquisiciones y deudas en más de 350 dólares.

Los investigadores señalaron que el comportamiento se da diez días antes de la menstruación en las mujeres y durante el período. "Es algo hormonal—dijo la profesora Karen Pince, de la Universidad de Hertfordshire, en nota que publicó la BBC --. Durante el ciclo experimentamos aumentos repentinos y fluctuaciones en las hormonas que afectan la parte del cerebro vinculada a las emociones y al control inhibitorio".

En el caso de los hombres la compulsión por comprar, aunque se endeuden hasta más no poder, se produce por vacíos internos e incluso complejos, que buscan llenar y superar a partir de la sensación de "tener". A este hecho se suma la influencia de la sociedad de consumo que "valora" a alguien por el celular que usa, el traje que viste o el auto en el que se moviliza.

De ahí que muchos caballeros parecen desplazarse en una pista sin fin en la carrera por endeudarse para ganar cierto estatus.

Mida cuidadosamente sus inversiones

Un pasaje revelador acerca de los enormes perjuicios de endeudarse, lo hallamos en el segundo libro de Reyes, capítulo 4, cuando la viuda de un siervo de Dios quien se había endeudado pero falleció, acude a Eliseo en procura de ayuda. Una situación compleja. Estaban en peligro los hijos de aquella mujer a quienes los acreedores querían llevarse como prenda de pago.

El profeta le mandó traer vasijas y con un poco de aceite se llenaron. Sólo cesó cuando terminaron las vasijas. "La mujer fue y se lo contó al hombre de Dios, quien le mandó: «Ahora ve a vender el aceite, y paga tus deudas. Con el dinero que te sobre, podrán vivir tú y tus hijos.»"(2 Reyes 4:7, Nueva Versión Internacional)

Endeudarnos, sin necesidad, acarrea consecuencias. Es algo que deberíamos pensar cuando sacamos la tarjeta de crédito. No es aconsejable gastar y gastar. Es una fuerza superior, que trata de gobernar nuestra siquis, y que vencemos no en nuestras fuerzas sino en las de Dios.

El síndrome del botarate

Otra consideración que le invito a atesorar en su corazón: no sea "manos rotas", es decir, de aquellos que gastan y gastan sin pensar en el mañana. Quien obra de esta manera, temprano o tarde terminará en problemas.

La Biblia –el libro de los ganadores-- nos sugiere dos cosas: evaluar en qué invertimos cada peso y, comprometernos a pagar las deudas que asumimos: "Unos dan a manos llenas, y reciben más de lo que dan; otros ni sus deudas pagan, y acaban en la miseria."(Proverbios 11:24, Nueva Versión Internacional)

¡No se deje arrastrar por los deseos del corazón, que al fin y al cabo son engañosos, cuando se trata de comprar! Pero algo más, un tercer principio que debe valorar enormemente: no salga de fiador por nadie.

No es algo caprichoso, Dios mismo lo recomendó a Su pueblo: "No te comprometas por otros ni salgas fiador de deudas ajenas…"(Proverbios 22:26, Nueva Versión Internacional)

Quien se pone en la brecha por los demás, aun siendo irresponsable con sus propios compromisos, terminará con serios problemas. Lo mejor, hoy y siempre, es someter a Dios todos nuestros proyectos, entre ellos por supuesto, el de las compras.

Nuestra responsabilidad: el punto de equilibrio

Confieso que conozco poco de temas financieros. Recuerde que estudie periodismo y, de otra parte, la carrera profesional de teología. Nada de números. Pero a raíz del manejo económico en la iglesia y tras consultar una y otra vez a la Contadora de la congregación, me insistía en algo que ya no es algo nuevo en mi presupuesto mental: el punto de equilibrio. Ese estado en el que los gastos están acompasados con lo que entra. No excederse a uno u otro margen.

Igual debe ocurrir con nuestras finanzas personales. No debemos endeudarnos sin necesidad. Vivir con lo que tenemos y si Dios da más, a Él la gloria, aprender a administrar bien cada peso.

Las deudas no son aconsejables, como escribió el apóstol Pablo: "No tengan deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros. De hecho, quien ama al prójimo ha cumplido la ley. "(Romanos 13:8, Nueva Versión Internacional)

Lo aconsejable en todos los casos, es invertir con el dinero que tenemos sin acudir a las deudas. Dios es nuestro proveedor y nos abrirá las puertas cuando queramos comprar algo. Las Escrituras enseñan que si somos fieles, Él colmará los deseos de nuestro corazón (Salmo 37:4)

Es necesario romper el ciclo

La Biblia ofrece principios
prácticos para manejar
apropiadamente nuestras finanzas
Las deudas son una atadura. Al menos aquellas en las que nos vemos inmersos, no tanto porque requiramos comprar algo, sino por ese afán, casi de avaricia, de tener más y más. Un ejemplo es la situación de bonanza que se produjo hace pocos años en los Estados Unidos y que llevó a disparar las líneas de crédito.

Todos compraron de todo. Ahora, en medio de la recesión que azota el mundo, se encuentran al borde del desespero.

Precisamente hace pocos días escuchaba de personas, otrora adineradas, que abandonaban sus propiedades en diferentes ciudades y dejaban los yates a la deriva porque no tenían cómo pagar su mantenimiento.

Tres recomendaciones para salir de la crisis

El primer y más grande paso para salir de las deudas es entender que constituyen una atadura. Dios es nuestro proveedor. Él lo dijo muy claro a través del rey Salomón: "La bendición del Señor trae riquezas, y nada se gana con preocuparse." (Proverbios 10:22, Nueva Versión Internacional)

Nos transmite una enseñanza sumamente valiosa: Si queremos algo, el Señor mismo nos lo dará, pero a su tiempo, y no nos traerá tristeza.

Hay tres recomendaciones que comparto con usted: La primera, saque primero el dinero de sus gastos fijos y sólo deje la cantidad, aunque sea mínima, de lo que puede invertir en "aquello que lo tienta". Guárdela en un sitio especial. Será su baúl de gastos innecesarios.

La segunda, trate de evitar esos sitios en los que siente que invariablemente sabe que gastará en lo que no necesita, y la tercera, si se enamoró de algún objeto y piensa que "debe tenerlo", dese al menos dos o tres días antes de oficializar la compra. Puedo asegurarle que "la fiebre" pasará y terminará no adquiriendo aquello que consideraba muy necesario.

Pero, en medio de todo, siempre vuelva su mirada al Señor Jesucristo y pídale la fortaleza necesaria para vencer. Recuerde que lo ideal es que todo cuando compremos, sea en dinero contante y sonante, sin acudir a créditos. ¡Con ayuda de Dios podrá lograrlo!

© Fernando Alexis Jiménez – Contacto (057)317-4913705
Email
: pastorferbabdoalexis@hotmail.com
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