Someta sus emociones negativas en manos de Dios
Fernando Alexis Jiménez
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or mucho tiempo Leonardo se preguntó qué estaba pasando con su existencia, porque esa mañana—de camino a la oficina—se irritó cuando otro auto le cerró el paso en la autopista, sacó la cabeza por la ventanilla y ofendió al conductor. El hombre se limitó a hacerle un gesto vulgar con la mano. Él volvió a tomar el control en la vida y miró a un lado, en su asiento: ¡La Biblia! Y ese fue el motivo de la angustia que le acompañó todo el día.
Dios desea que disfrutemos la vida plenamente,
de ahí que no debemos dejar que las emociones
negativas nos nieguen esa oportunidad....
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--¿Qué me está ocurriendo? No debería actuar así--, razonó mientras esperaba que el semáforo cambiara de rojo a verde--. No es la primera vez que pasa. ¿Será que soy un fracaso como cristiano?--.
Ese es el interrogante que asalta a millares de personas en todo el mundo. Están avanzando en su vida cristiana y, sin embargo, se ven arrastrados por emociones negativas como la ira o el desaliento. ¿Acaso no han acopiado los principios bíblicos que llevan a una vida exitosa?
Vamos un poco más allá: ¿Dónde queda el texto de 2 Corintios 5:17? ¿Lo recuerda? Comparto con usted lo que enseña el apóstol Pablo: “Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado, ¡una nueva vida ha comenzado!”(2 Corintios 5:17. Nueva Traducción Viviente)
¿Sabe qué ocurre? Olvidamos que si bien es cierto, tenemos ahora una nueva vida en nuestra condición de creyentes, las emociones siempre nos acompañarán; una es la forma como las personas de más allá ven las cosas, y otra bien distinta quienes están más acá.
El escritor, pastor y autor cristiano, Peter Scazzero, lo describe de la siguiente manera: “Muchos cristianos creemos sinceramente que la ira, la tristeza y el miedo son pecados que se deben olvidar, porque son indicaodres de que algo anda mal en nuestra vida espiritual… ¿Entonces, qué hacemos? Generalmente intentamos llenarnos de falsa confianza para que esos sentimientos desaparezcan… Si bien es cierto que algunos cristianos siguen al extremo sus sentimientos de manera que enferman y contrarían a la Biblia, es más común encontrar cristianos que creen que no tienen permiso para reconocer sus sentimientos o expresarlos abiertamente. Esto se aplica especialmente a los sentimientos más complicados de miedo, tristeza, vergüenza, ira, afanes y sufrimiento” (Peter Scazzero. “Espiritualidad emocionalmente sana”. Editorial Vida. EE.UU. 2008. Pg. 30)
El asunto es que por hecho de ser cristianos y de vez en cuanto ser asaltados por la rabia, no es que seamos malos creyentes sino que es necesario—con la ayuda del Señor Jesucristo—aprender a manejar nuestras emociones.
Dios conoce nuestras luchas interiores
Cuando aceptamos a Cristo como Señor y Salvador, emprendemos una nueva vida; sin embargo, muchas heridas persisten en nuestro ser. Dios sabe que siguen ahí, y que necesitamos ser sanados. Él quiere hacerlo. También sabe de las emociones negativas que nos asaltan y por las que, en ocasiones, nos dejamos arrastrar. Él nos ayuda en el proceso de manejar esas emociones y sentimientos. El Señor también sabe que en ocasiones, nos dejamos arrastrar por emociones como la ira o el rencor. ¿Acaso eso nos separa de Dios? Por supuesto que no. La razón es sencilla: por la obra del Señor Jesús en la cruz, Él nos ve de otra manera.
Este punto lo ilustra magistralmente el apóstol Pablo cuando escribe: “Pues la forma en que Dios nos hace justos delante de él se basa en la fe.”(Filipenses 3: 10. Nueva Traducción Viviente)
Satanás es muy hábil y nos hace sentir culpables, sin esperanza. No obstante, Dios quiere que confiemos en Su perdón, que es ilimitado. Él nos ayuda en el proceso de cambiar y crecer.
Es precisamente Peter Scazzero quien lo define en términos sencillos: “Los seres humanos tenemos sentimientos. El hecho de querer minimizarlos o negarlos, significar distorsionar lo que implica ser portadores de la imagen de nuestro Dios. En la medida en que no podemos expresar nuestras emociones, seguiremos siendo incapaces de amar a Dios, a los otros y a nosotros mismos.” (Peter Scazzero. “Espiritualidad emocionalmente sana”. Editorial Vida. EE.UU. 2008. Pag. 31)
Recuerde siempre que gracias a la obra redentora de Jesucristo, Dios nos ve a hora de una manera distinta, a pesar de los errores que cometemos (Filipenses 3:9, 10) Ahora Dios no es nuestro Juez sino el amoroso Padre que nos ayuda en el proceso de cambio; sin embargo el hecho de que Dios nos ame no debe ser pretexto para seguir pecando deliberadamente.
El pasado quedó en el pasado
Cuando vamos a Cristo Jesús, en procura de perdón, no sólo obtenemos el perdón sino que todos los errores quedan en el pasado, sepultados en el olvido, como enseñan las Escrituras: “¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados. ”(Miqueas 7:18, 19. Reina Valera 1960)
En todo el proceso que estamos viviendo, es necesario que reconozcamos la necesidad permanente de cambiar. La vida cristiana incluye transformación en nuestra forma de pensar y de actuar (Romanos 12:2)
Tenga presente que si la vida cristiana no incluye una profunda transformación en nuestra forma de pensar y de actuar, no experimentaremos mayor avance en el crecimiento personal y espiritual (Cf. Romanos 12:1, 2) ¿Por qué razón? Porque si nuestra transformación es superficial, actuaremos pensando en el qué dirán. ¿Qué hacer? Es necesario vivir a Cristo como Él quiere que vivamos y no conforme nosotros creemos que debe ser (1 Corintios 14:40) En esencia, los cambios que experimentemos deben ser profundos y permanentes y generar impacto sobre nuestra familia.
Es evidente que el enemigo espiritual, Satanás, nos siembra temor en la vida cristiana y nos hace pensar que es un compromiso muy grande; sin embargo, con ayuda de Dios podemos vencer esos temores (Cf. Filipenses 4:6; Isaías 41:10)
Cada vez que vengan esos pensamientos, que si lo permite lo encausarán a la derrota, recuerde que Dios nos dio la capacidad de experimentar sentimientos y emociones. El problema estriba en el mal manejo que le damos a nuestra vida emocional (Cf. 2 Corintios 5.17)
Las emociones y sentimientos que anidan en el corazón, debemos someterlas a Dios (Jeremías 17:9) ¿Por qué razón? Porque nos asaltan emociones y sentimientos negativos pero no podemos permitir que nos controlen (Efesios 4:26; Juan 3:3)
La única forma de experimentar cambios reales y duraderos radica en ser fieles seguidores de Jesucristo y dejar que obre en nosotros (Lucas 9:23) La decisión de no actuar conforme a nuestra naturaleza pecaminosa, la que quiere gobernar nuestras emociones negativas, es nada más que nuestra (Éxodo 20:13-16, Efesios 4:25)
Reviste la mayor importancia que sometamos nuestras emociones en manos de Dios, para que por la obra del Señor Jesús en nuestras vidas, experimentemos sanidad interior y podamos avanzar en el proceso de crecimiento personal y espiritual. Todo nuestro ser debe someterse a Aquél que nos conoce, sabe qué heridas emocionales nos acompañan y la sanidad que debe obrar. Sólo así podemos disfrutar una vida cristiana plena.
No podría despedirme sin preguntarle: ¿Cristo Jesús mora en su corazón? Hoy es el día oportuno para que lo reciba en su corazón y emprenda ese maravilloso proceso de crecimiento personal y espiritual que por años ha anhelado. Con el poder de Jesucristo puede lograrlo.
Si tiene alguna inquietud, no dude en escribirnos ahora mismo a webestudiosbiblicos@gmail.com o llamarnos al (0057) 317-4913705
© Fernando Alexis Jiménez
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