La ilógica
de Dios reta nuestra fe
Cinco pasos infalibles para moverse en una dimensión
de milagros…
Fernando
Alexis Jiménez
R
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ecién
me encontraba cursando el segundo semestre en el Seminario Teológico. Me
enviaron a cumplir el período obligatorio de misiones en San José de
Calabazal, un lugar perdido en la Costa
del Pacífico colombiano, de mucha pobreza. ¡No había predicado mi primer
mensaje ni cantaba los coros del servicio y ya debía estar al frente de un
grupo de fervorosos cristianos!
Si tan sólo nos atrevemos a creer, los milagros de Dios ocurrirán... |
--¿Qué hacen cuando alguien
enferma si están tan lejos del hospital más cercano?—le pregunté al líder
del grupo.
--Oramos. Simplemente eso: oramos. Si es
necesario, toda la noche. Y el enfermo sana—respondió con toda naturalidad.
Estaba realmente admirado. Para él, en cambio, era algo normal. Oraban y
los milagros ocurrían.
Esa noche, mientras nos preparábamos para el servicio, una mujer muy
enferma se acercó. “¿Podría orar por mi?”,
preguntó, con la debilidad reflejada en su cuerpo y en sus palabras.
Dudé. Lo confieso, por algunos segundos, dudé. ¿Qué dirían si ella no
sanaba?¿Qué ocurría si empeoraba su salud?¿Qué dirían de un líder cristiano que
no ministraba sanidad como ellos leían en sus desgastadas Biblias?
El incidente retó mi fe. “Señor,
yo simplemente voy a orar. Tú eres el Dios de los milagros. Yo oro y tu verás
cómo haces el resto”, razoné mentalmente.
Oré por la mujer y creí que el Señor se encargaría del asunto. Y
continuamos con el culto normalmente.
Al día siguiente, un sábado, una mujer rozagante me saludó al entrar en
la humilde capilla. A sus sesenta y algo de años se veía vital, con fuerzas.
--¿Se acuerda de mí, hermano Fernando?—me
preguntó con una amplia sonrisa.
--Realmente mi hermana, no la recuerdo.
Perdone, pero como son tantos los que nos visitan--, respondí con
sinceridad.
--Soy la persona por la que usted oró anoche. Dios
me sanó, porque estaba muy enferma…--dijo sonriendo.
No puedo negar que no salía de mi asombro. Ese fue mi primer gran
acercamiento a la dimensión de los milagros de Dios. La ilógica del Señor, que
obra sanidades y prodigios cuando todo apunta a que sea imposible, no sólo retó
mi fe, sino que me hizo reflexionar en la necesidad de cruzar la frontera hacia
un nuevo nivel, en el que todo es posible por el poder divino.
Dios no tiene una lógica igual que la
nuestra
Dios
se especializa en meternos en problemas. Sí, y por favor no me malinterprete.
¿Por qué lo digo? Porque Él promete respaldar nuestras oraciones (Cf. Jeremías
33:3). Y cuando clamamos, muchos alrededor están dudando. Es probable incluso,
que nosotros dudemos. Y cuando simplemente nos atrevemos a dar un paso
adelante, el Señor responde con poder… E imagino so rostro sonriente porque si
bien es cierto sudamos un poco cuando alguien pide que ministremos sanidad, É
que sabe el final de la historia, responde y esos segundos de incertidumbre dan
lugar a prodigios que nos llenan de asombro.
¿Cómo movernos en esa dimensión de poder milagroso? Lo invito para que
consideremos cinco principios sencillos pero transformadores que encontramos en
un momento crítico de la vida de Moisés, cuando guiaba al pueblo de Israel a
través del desierto.
1. Reconocer que Dios no se equivoca
Movernos
en la dimensión sobrenatural de Dios implica abandonarnos a Su plan. Con Él no
sabemos cuál es el itinerario día a día, momento a momento, como sí ocurre con
nuestra agenda o cuando tomamos un avión. Dios obra diferente.
¿Cómo vivenció Moisés este principio? Le invito para que consideremos
una escena dramática de su ministerio en el desierto: “Por
orden del Señor, toda la comunidad de Israel partió del
desierto de Sin y anduvo de un lugar a otro. Finalmente acamparon en Refidim,
pero allí no había agua para que el pueblo bebiera.”(Éxodo 17: 1. Nueva Traducción Viviente)
El Señor sabía por qué los llevaba a través de esa ruta, como también,
el hecho de que no hallarían fuentes de agua; sin embargo, nuestro amoroso
Padre celestial encuentra en lo que para nosotros son dificultades, una oportunidad para hacer milagros.
En adelante, cambie su perspectiva. En cada problema que salga al paso
encuentre la manifestación poderosa del Señor. Basta que confiemos que Él sabe
cómo hace las cosas.
2. Buscar a Dios en todo momento
Lo más frecuente es que las personas busquen a Dios cuando se encuentran
en medio de un laberinto. Un náufrago en el Pacífico colombiano, reconocía—tres
días después de estar en medio del mar—que sólo reconoció la existencia de un
Ser superior, nuestro Padre celestial, cuando estuvo a las puertas de ahogarse.
“Clamé al Señor con angustia, y Él
respondió”, relató.
Moisés reconoció en su vida la necesidad de volver su mirada a Dios en
oración, tal como lo enseña el registro bíblico: “Así
que el pueblo volvió a quejarse contra Moisés:—¡Danos agua para beber!
—reclamaron. —¡Cállense! —respondió Moisés—. ¿Por qué se quejan contra mí? ¿Por
qué ponen a prueba al Señor? Pero ellos, atormentados
por la sed, siguieron discutiendo con Moisés: —¿Por qué nos sacaste de Egipto?
¿Quieres matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros animales?
Entonces Moisés clamó al Señor: —¿Qué hago con este
pueblo? ¡Están a punto de apedrearme!”(Éxodo 17:2-4. Nueva Traducción Viviente)
Dios obra milagros en la vida de quienes se atreven a creer en Su poder ilimitado... |
El mayor problema que tenemos, es que enfrentamos los problemas en
nuestras fuerzas y no en las fuerzas del Señor. Confiamos en nuestras
habilidades, talentos y capacidad, y desconocemos que hay un poder
ilimitado—que proviene de nuestro Hacedor—a través del cual podemos ver que lo
imposible se hace posible.
3. Déjese guiar por Dios
¿Qué nos
lleva a experimentar temor? El hecho de no tener control de todas las cosas.
Siempre queremos saber el cómo y el por qué, y cuando algo se sale de ese
esquema, sentimos que perdimos el dominio de la situación y obramos movidos por
la intuición o la desesperación.
Cuando vamos
al Señor en procura de guia, Él sabe qué hacer y cómo hacer las cosas. “El Señor le dijo a Moisés:—Pasa por delante del pueblo; toma tu
vara, la que usaste para golpear las aguas del Nilo, y llama a algunos ancianos
de Israel para que te acompañen. Yo me pararé frente a ti sobre la roca, en el
monte Sinaí. Golpea la roca, y saldrá agua a chorros. Entonces el pueblo podrá
beber.”(Éxodo 17:5, 6 a. Nueva Traducción Viviente)
Luchar en nuestras fuerzas,
motivados por la intuición, nos lleva a la frustración el fracaso. Sólo
alcanzamos la victoria cuando permitimos que el Señor tome el control y nos
oriente. Confiar, dejar que Dios sea Dios.
4. De pasos de fe
Creer en
Dios y a Dios, que son dos elementos totalmente distintos pero que
van ligados, nos lleva a desarrollar confianza en Él y a dar pasos de fe. Creer
por encima de lo que dice nuestra lógica y someternos a la ilógica de Dios. Él
sabe cómo hace las cosas.
Moisés puso
en práctica este principio y aun cuando no se explicaba cómo agua podía surgir
de la roca, obró: “Así que Moisés golpeó la roca como se le
indicó, y el agua brotó a chorros a la vista de los ancianos.”(Éxodo 17:6 b.
Nueva Traducción Viviente)
Si tanto sólo
creyéramos y diéramos pasos de fe, muchos más milagros ocurrirían en nuestra
vida y en la de quienes nos rodean, a quienes diariamente ministramos: los
enfermos sanarían, los cautivos de las tinieblas serían libres y hechos
prodigiosos tendrían ocurrencia.
5. No dude jamás que Dios está a su lado
El Señor está siempre
con nosotros. Es cierto, lo olvidamos cuando los problemas salen al paso. Es
entonces cuando nos asaltan la duda y el temor. Y quien gana ventajas es
Satanás. En adelante, siempre y en toda circunstancia, tenga conciencia que
Dios está allí, junto a usted.
Relata la
Escritura que: “…Moisés llamó a aquel lugar Masá (que
significa «prueba») y Meriba (que significa «discusión»), porque el pueblo de
Israel discutió con Moisés y puso a prueba al Señor
diciendo: «¿Está o no el Señor aquí con
nosotros?».”(Éxodo 17:7. Nueva Traducción Viviente)
Recuerde que
quienes ponen tropiezo al mover poderoso son aquellos que dudan. Quienes dan
lugar al temor de que todo seguirá igual. Dios está con nosotros y siempre, en
todo lugar y circunstancia, debemos tenerlo claro. Es el elemento fundamental
para movernos en la dimensión sobrenatural del Señor.
Antes de concluir,
permítame hacerle una preguna: ¿Ya recibió a Jesucristo como Señor de su vida?
No deje pasar esta oportunidad. Hoy es el día. Puedo asegurarle que no se
arrepentirá de la decisión…
Si tiene alguna inquietud, por favor no dude en escribirme a pastorfernandoalexis@gmail.com
o llamarnos al (0057)317-4913705
© Fernando Alexis Jiménez
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