Transforme esa naturaleza de maldad
Fernando Alexis Jiménez
Sólo Dios tiene el poder para transformar nuestra naturaleza de maldad y llevarnos a una vida plena... |
¡Por supuesto que lo embargó la indignación! Imagínese si no: Ser asaltado apenas comenzaba la jornada. No era para menos. El muchacho arrebató unos papeles que llevaba en la mano y que se desperdigaron por el piso. Cuando iba a recogerlos, aprovechó el descuido para sustraerle la billetera y emprendió veloz huida.
Mil pensamientos pasaron por su mente en la fracción de segundos que tomó conciencia de lo ocurrido. ¿Recoger los documentos?¿Ir en búsqueda del adolescente que se alejaba a grandes marchas?¿Y si regresaba con espíritu vengativo para herirlo?¿Y si lograba capturarlo?.
Un impulso irracional lo llevó a emprender también la carrera. Lo hizo con fuerza, poniendo todo su corazón en cada paso. Cada metro recorrido lo acercaba al joven delincuente que corría delante.
Algunos curiosos se sumaron a la persecución. No estaba solo. Y ese descubrimiento lo alentó a seguir su curso. Por fin lo agarraron, dos cuadras arriba. Lo vio con los ojos angustiados de quien no sabe qué pasará en adelante. Levantó el brazo. Deseaba propinarle todos los golpes que le permitieran sus fuerzas. Alguien lo animó para que lo hiciera: “Es la única forma de detener a estos ladrones“
Pero esos ojos, cuya mirada jamás olvidará, lo llevaron a comprender que no era obrando con maldad y bajo un espíritu de venganza como se resolvían las cosas. Recuperó la cartera y lo entregó a un agente de la policía. Aun cuando su mayor deseo era herirlo, no se dejó arrastrar por las emociones incontroladas.
Una naturaleza que nos persigue
Todos los cristianos enfrentamos las secuelas de una vida pasada, en la que la venganza y el tomar justicia por mano propia, eran las reacciones apenas previsibles frente a cualquier provocación.
No obstante, cuando meditamos en nuestra nueva condición de creyentes, redimidos por la obra redentora de Cristo, comprendemos que no podemos seguir obrando igual. Somos nuevas criaturas.
A este elemento fundamental se refirió el apóstol cuando escribió: “Hermanos, no piensen como niños. Sin embargo en cuanto a la maldad, sean inocentes como bebés; y en su modo de pensar, sean adultos y maduros” (1 Corintios 14:20. La palabra de Dios para todos).
Es probable que haya descubierto en su ser fallas que son producto de su vieja naturaleza. Descubrirlo es importante. Ahora resta que –con ayuda del Señor Jesucristo—proceda a corregir aquellos aspectos que usted sabe, no honran ni glorifican a Dios.
Es tiempo de cambiar
Con ayuda de Dios podemos cambiar. Nada determina que la ira sea el comportamiento que gobierne nuestros pensamientos y acciones. Es posible, no en nuestras fuerzas sino en las del Señor.
El paso más grande para avanzar hacia la victoria en nuestro comportamiento radica en recibir a Jesucristo como Señor y Salvador de nuestras vidas. Puede hacerlo ahora mismo, con solo decirle: “Señor Jesucristo, reconozco que he pecado. Gracias por darme la victoria sobre el la ira descontrolada mediante la fuerza de tu Espíritu Santo. Gracias por morir en la cruz por mis pecados y abrirme las puertas a una nueva vida. Hoy te recibo en mi corazón como su único y suficiente Salvador. Haz de mi la persona que tú quieres que yo sea. Inscríbeme en el Libro de la Vida. Amén”
Si hizo esta oración, lo felicito. Su existencia será renovada. Comienza hoy un nuevo capítulo en su existencia. Ahora tengo tres recomendaciones:
1. Lea la Biblia. Es un libro maravilloso en el que aprenderá principios que le llevarán al crecimiento personal y espiritual
2. Ore cada día. Orar es hablar con Dios. Nos permite tener intimidad con Él.
3. Comience a congregarse en una iglesia cristiana.
Si tiene alguna inquietud, por favor, no deje de escribirme ahora mismo a pastorfernandoalexis@hotmail.com o llamarme al (0057)317-4913705.
© Fernando Alexis Jiménez
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